Al hablar de “una ciudad rica, rebosante de libertades sociales y económicas, en medio de una nación que no permite la libertad de prensa ni el uso del internet sin restricciones” parece que estamos refiriéndonos a una Wakanda real, escondida en lo más profundo de África. Sin embargo, esto no es ficción ni parte del Universo Cinematográfico de Marvel, sino que, en realidad, Hong Kong goza de muchas libertades que no existen en la mayor parte del territorio de China continental.
Hong Kong constituía una colonia inglesa instaurada en territorio de la costa de China pero, luego de la transferencia de parte del Reino Unido en 1997, se iniciaron procesos históricos que convirtieron al territorio en una región administrativa especial del gobierno chino, caracterizado por un sistema capitalista. Con el pasar de los años, el libre comercio llevó a la ciudad a convertirse en una metrópoli; un caso parecido se da con Macau, excolonia portuguesa considerada "Las Vegas" de este país oriental.
La indignación, que se presentó mayormente en la juventud hongkonesa, comenzó bajo la administración de Carrie Lam, cuando se propuso una ley que permitiría a la China comunista extradicar de Hong Kong a quien se considere criminal. En ese sentido, para los pobladores de esta metrópoli, la propuesta significó que el gobierno de Xi Jinping podría deshacerse de quien quisiera y comenzaría a tomar riendas de Hong Kong, aunque no le corresponda.
Las marchas ciudadanas comenzaron y la represión de parte del gobierno, con gases lacrimógenos y balines de goma, también inició en movilizaciones que contaron con más de un millón de manifestantes, distinguidos por usar ropa negra. Asimismo, grupos de mafiosos aliados al gobierno comunista llegaron hasta Hong Kong, no solo con prendas blancas para contradecir a los protestantes, sino con palos de madera y metal para acallar las voces que exigen sus derechos.
A pesar de las amenazas, los manifestantes idean maneras creativas para seguir defendiéndose, como usar ollas y tápers con el fin de cubrir los gases lacrimógenos y utilizar máscaras intentando no ser reconocidos por las múltiples cámaras, que cuentan con tecnología avanzada de reconocimiento facial. El régimen de Lam prohibió el uso de las mencionadas máscaras en movilizaciones, pero esto sólo despertó más indignación de parte de los pobladores.
Carrie retiró el proyecto de ley de extradicación en julio por las inminentes protestas, pero eso no significó el paro de las marchas en pos de un gobierno hongkonense, que luche por garantizar la autonomía y, por sobre todo, la libertad.
Por Eliseo Báez (17 años)