Sectas: de la fe al engaño y la muerte a través de experiencias religiosas

¿Quién no desea complacer a Dios y acceder a una vida mejor? Este generalizado anhelo humano es la base sobre la cual se fundaron grupos religiosos, denominados sectas, que manipularon, abusaron y hasta indujeron a la muerte a miles de personas en todo el mundo.

En la búsqueda de un norte, muchas personas han sido engañadas por lideres que manipularon su voluntad de acuerdo a intereses personales, siguiendo cultos que los acercan a maniqueísmos y polarizaciones.
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Caminar sin un itinerario fijo, a través de los senderos de la vida, constituye el don aunque también la maldición de la humanidad, pues la posibilidad de vagar sin un destino es la desafortunada compañera de nuestra libertad. Por este motivo, metas personales como el éxito laboral, la acumulación de riquezas, fama, poder y pertenencia a un grupo construyen los rieles que muchas almas requieren para dar dirección al rumbo de su existencia.

En la búsqueda de un norte, muchas personas han sido engañadas por lideres que manipularon su voluntad de acuerdo a intereses personales, siguiendo cultos que los acercan a maniqueísmos y polarizaciones, en muchos casos, anhelando el boleto dorado de la salvación. De acuerdo a la Real Academia Española, las sectas son “comunidades cerradas, que promueven o aparentan promover fines de carácter espiritual en las que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”.

Desde los asesinatos premeditados de la Familia Manson hasta el suicidio colectivo de Jonestown, varias agrupaciones religiosas despertaron el morbo e interés de millones de personas. Sonrisas encantadoras, personalidades cautivantes y una excepcional habilidad para manipular representaron las herramientas de estos líderes que, si bien nunca empuñaron un cuchillo ni apuntaron un arma de fuego, fueron las retorcidas mentes constructoras de hechos delictivos.

HISTORIAS QUE CONMOCIONARON AL MUNDO

“Acabemos con esta agonía" fueron las palabras de un pastor que indujeron a un suicidio colectivo de más de 900 personas; definitivamente, la masacre de “Jonestown” constituye uno de los hechos protagonizados por sectas que marcó a fuego la historia, dejando profundas cicatrices en la humanidad. Simulacros de suicidios, un mesías con facultades mentales deterioradas y lavados de cerebro representan los componentes de esta bomba de tiempo que incineró centenares de almas humanas.

Charles Manson y Jim Jones fueron dos líderes de sectas que incentivaron y cometieron crímenes.

Las prédicas del pastor evangélico Jim Jones, líder del “Templo del Pueblo” ubicado en un remoto lugar de Guyana, iniciaron con coloridas historias sobre un mundo sin fronteras de raza, lleno de equidad y justicia pero, a medida que el control sobre sus seguidores disminuía, las palabras esperanzadoras se tiñeron de oscuras amenazas.

Los creyentes del culto estadounidense habían abandonado sus hogares para vivir en comunidad dentro de la jungla latinoamericana. No obstante, puesto a que denuncias de abuso habían llegado a las autoridades, nadie podía dejar ese “paraíso socialista” sin que le cueste la vida.

El congresista norteamericano Leo Ryan y tres periodistas murieron en una emboscada realizada por seguidores de Jones, al visitar la comunidad ante las denuncias de maltrato. Sin embargo, este solo fue el inicio del horror: bebiendo un ponche de frutas mezclado con cianuro, 900 miembros de la secta perdieron la vida en el año 1978, amenazados por las advertencias de Jones de que los militares de Guyana invadirían el lugar, a causa de lo ocurrido con la delegación estadounidense.

Con solo escuchar la palabra “secta”, probablemente, muchos recuerden la perturbarte mirada y la apariencia descuidada de Charles Manson, un supremacista blanco y líder de una “familia” compuesta por un grupo de jóvenes que, a finales de los 60, asesinaron a varias figuras de Hollywood. La historia de Manson y sus seguidores alimentó numerosos documentales, libros y películas; el filme más reciente es “Había una vez en Hollywood”, realizado por el director Quentin Tarantino.

EN LA MENTE DE UN SECTARIO

El antropólogo y psiquiatra Agustín Barúa manifiesta que, en lugar de hablar de las sectas en general, es preferible referirse, particularmente, a los sectarios, pues la convicción de que nuestras ideas predominan sobre el parecer de los demás no solo se encuentra en el mundo religioso, sino que “así como hay fundamentalistas religiosos, también existen personas con estas ideas en el ambiente académico, en la ciencia y hasta en el fútbol”.

El antropólogo y psiquiatra Agustín Barúa manifiesta que, en lugar de hablar de las sectas en general, es preferible referirse, particularmente, a los sectarios, pues la convicción de que nuestras ideas predominan sobre el parecer de los demás no solo se encuentra en el mundo religioso

Así pues, el antropólogo señala que “la construcción de que ‘los de las sectas son los malos’ nos lleva a un análisis lógico que solo exacerba la confrotación y quita la posibilidad de pensar juntos”. Por otro lado, el especialista explica que “están pasando muchas cosas que se van sumando y hacen que uno necesite encontrar algún tipo de certeza, dentro de nuestra sociedad” y, a causa de esto, las personas podrían buscar contención en una organización de este tipo.

“Muchas cosas que antes podían sostenernos, hoy en día, no funcionan o funcionan mal, como la idea convencional de la familia”, expresa Barúa. Asimismo, el especialista refiere que el modelo de educación naufraga porque hay mucho malestar institucional en los ámbitos escolares y mucha gente logra concluir sus estudios sin que eso le genere los beneficios económicos que pretende; además el amor romántico y la funcionalidad del Estado son aspectos que van en declive.

“Este cambio genera confusión, miedo y enojo; cerrarse es una forma de defensa que brinda un poco de seguridad en todo este clima de desprotección. En este contexto, ¿cómo no nos volveríamos sectarios, si no hay por donde afirmarse y seguir produciendo la vida?”, finaliza el psiquiatra.

HUELLAS DE SECTAS EN SUELO LATINOAMERICANO

Crueldad y perversión representan las únicas palabras que pueden describir los hechos acontecidos en la colonia Cuauhtémoc de la Ciudad de México, donde un culto conformado por narcotraficantes realizaba sacrificios humanos para preparar un brebaje, compuesto por ajos, tortugas asadas, sangre y órganos humanos. Esta “poción mágica”, según miembros de la secta, daba a quien lo bebiese poderes extraordinarios como la invisibilidad y protección ante la ley.

Habitación de la presunta mansión del líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios.

Adolfo de Jesús Constanzo, líder de esta banda de “narcosatánicos”, fue hijo de una sacerdotisa de la religión palo mayombe y gozaba la reputación de santero, curandero y médium. El grupo cayó en manos de la justicia, luego de que uno de sus miembros dé pistas a la policía de la ubicación del rancho donde operaban; allí las autoridades encontraron 13 cuerpos mutilados y varios seguidores de Constanzo, quien se suicidó antes de ser atrapado, salieron del edificio corriendo, pues pensaban que tenían el poder de volverse invisibles.

Amenazas de que “el socorro espiritual y económico solo lo alcanzarían aquellos que se sacrifican económicamente por la iglesia” figuran en denuncias presentadas a las autoridades brasileñas, ya que el fundador y líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, conocida como "Pare de sufrir", fue acusado de fraude y lavado de miles de millones de dólares que obtuvo de los fieles.

UN MESÍAS CON BILLETERA ABULTADA

Un “nuevo mesías del mundo” rodeado de prendas color oro y una billetera abultada compró toda una población de la tierra guaraní, con sus habitantes dentro. En el año 2000, notificaron a los pobladores de Puerto Casado, Chaco, que debían abandonar sus hogares, pues Sun Myung Moon, el autodenominado dios y líder de la Iglesia de Unificación, también conocida como Secta Moon, se apropió de 500.000 hectáreas de estos terrenos chaqueños.

Sun Myung Moon, el autodenominado dios y líder de la Iglesia de Unificación, también conocida como Secta Moon, se apropió de 500.000 hectáreas de Puerto Casado.

Los casadeños organizaron marchas y protestas, pero recién 12 años después, los pobladores encontraron respaldo legal para habitar sus tierras, pues el Estado reconoció la colonización de hecho de 35.000 hectarias de Puerto Casado, por entonces ya denominado Puerto de la Victoria. Sin embargo, un tiempo después, esta medida fue anulada y, actualmente, la Secta Moon sigue siendo dueña de uno de los terrenos más grandes del Paraguay.

Por otro lado, mujeres con vestidos largos y pañoletas blancas atadas en la cabeza recorren las calles de Repatriación, un distrito de Caaguazú donde la Congregación Pueblo de Dios sentó sus bases hace 50 años. Numerosos mitos y leyendas se han tejido en torno a esta agrupación religiosa que, en el 2018, buscó estrechar lazos con la política, cuando su actual líder Ramón Acosta se candidató a senador con el Movimiento Republicano por la Libertad del Partido Colorado.

El ser humano, a través de sus acciones e influencias, tiene la capacidad de iluminar el camino de aquellas personas que sufren en la oscuridad de un viaje sin rumbo. Sin embargo, el hambre de poder eclipsa toda buena intención y el fanatismo polarizado nubla la vista de sus víctimas, generando violencia. Así pues, estas historias que dejaron huellas nos llevan a preguntar: ¿dónde se dibujan los límites del persistente anhelo por dar sentido a nuestras vidas?

Reportaje de Agustina Vallena (19 años)

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