El arte llegó a la vida de Gianina en forma precoz en su natal Carmen del Paraná; desde los ocho años, la joven comenzó a cantar y a conocer los primeros acordes en la guitarra. “Aprendí a ejecutar de manera un poco improvisada; mi padre, músico aficionado, me dio un libro de Ruy Heyn, que tenía apuntes muy específicos, y dijo que debía instruirme sola. Al principio, costó mucho, pero luego fui adecuándome y viendo lo que mi papá hacía con su instrumento”, relata.
“Tomó tres meses que aprendiera mi primera música, recuerdo que fue ‘Cómo te va mi amor’, del grupo Pandora; mi papá quedó boquiabierto”, afirma. En su adolescencia, Nina tomó clases de canto como oyente en la Asociación de Músicos de Itapúa, durante una semana; sin embargo, todos los logros en su voz fueron por cuenta propia, según relata, ya que ella misma hace ejercicios constantes de afinación, imitando a artistas de la radio.
La joven cuenta que, cuando salió de su casa, pasó penurias en la calle hasta que otros artistas urbanos la animaron a explotar su talento vocal para solventar sus gastos. “Cuando empecé a cantar en los buses, tenía pánico escénico y no producía la misma cantidad de dinero que ahora; una amiga boliviana me acompañaba en las jornadas laborales y luego ya me lancé sola”, cuenta la joven.
Nina comenzó a trabajar en los colectivos con el consentimiento de su padre hace seis años, cuando aún era menor de edad; sin embargo, la artista tuvo trabajos alternos y dejó el canto durante un tiempo hasta que, hace un año y medio, volvió al hábito de alegrar a la gente con temas musicales. “Los pasajeros suelen decir que mi voz no es para los colectivos y esa es la idea, salir de los buses, pero la pobreza hace que deba buscar cómo sobrevivir y pagar mis cuentas, alquiler y comida; entonces, no me sobra para comprar un buen instrumento”, argumenta la artista.
Trabajar en los colectivos no solo requiere habilidades artísticas, sino también capacidad para que uno se mantenga erguido ante las maniobras del chofer, por ello, la joven afirma que algunos de los peligros a los que se debe enfrentar son los golpes que puede recibir al subir o bajar del bus. “Hoy, cuando terminé la canción, se pararon tres pasajeros para alentarme y todos les siguieron; eso no pasa siempre, pero yo creo que el aplauso es el mejor alimento del artista porque ayuda a que este sepa que está haciendo bien su labor”, comenta Nina.
La joven publica habitualmente videos de sus canciones en Facebook para que su potencial se dé a conocer entre los internautas; se puede encontrar a la artista en esta red social como Gianina Dimitruk (Nina). “Mi sueño es que el arte callejero se valore como merece y que la gente aprecie la cultura musical; hay tantos talentos perdidos en colectivos; convivo en las calles con artistas geniales que merecen reconocimiento”, finaliza la cantante.
Por Belén Cuevas (17 años)