El movimiento del swish y flick no solo logró que los objetos leviten en el mundo mágico de Harry Potter, pues también consiguió que la imaginación de muchos volara a través de las páginas de la inconfundible saga. Entre hechizos, criaturas increíbles, escaleras que se mueven y pinturas que hablan, más de uno se sintió parte de Hogwarts; pero otros tildaron de abominable a la serie de novelas fantásticas, impulsando su prohibición.
De este modo, tomando cada aspecto de los libros y de sus representaciones cinematográficas como una clara muestra de la aborrecible magia negra, comunidades religiosas censuraron las novelas de Harry Potter. Asimismo, La piedra filosofal, el primer tomo de la saga, fue prohibida en los Emiratos Árabes por considerar al libro como un incentivo a la prática de la brujería.
En 2001, en la ciudad Alamogordo de EE.UU, un grupo religioso de la Iglesia de la Comunidad de Cristo quemó varios ejemplares de la saga de Harry Potter. Según el pastor del credo, Jack Brock, los libros de J.K. Rowling acercan a los niños y adolescentes al mundo del satanismo.
Igualmente, de acuerdo a la American Library Association, un conjunto de bibliotecas de EE.UU, en el 2001, Harry Potter estuvo ubicado entre los diez libros más cuestionados por tercer año consecutivo. La misma asociación publicó que la exitosa saga se encontraba en la lista de las 100 novelas más criticadas en Norteamérica, posicionándose en el puesto siete.
No obstante, pese a cualquier prohibición, la quema de cientos de ejemplares o las malas críticas, la saga de J.K. Rowling cosechó éxitos irrepetibles, vendiendo más de 450 millones de copias y siendo también la inspiración para parques temáticos, que recrearon al pie de la letra el mundo mágico de Hogwarts. Así, con el paso del tiempo, ya resultaba casi inimaginable cualquier censura al libro, hasta que llegó la última controversia.
En un correo electrónico obtenido por WTVF, programa estadounidense de noticias, Dan Reehil, sacerdote de la escuela católica St. Edward de Nashville, aseguró que “las maldiciones y hechizos de los libros de Harry Potter son reales; por ello, al ser leídos por las personas, podrían conjurar espíritus malignos”, excluyendo así la serie de libros de la biblioteca escolar. Al provocar una gran repercusión por su actitud, Reehil comentó que había consultado con varios exorcistas antes de tomar la decisión.
Aunque el universo de J.K. Rowling nos lleve a imaginar imposibilidades, que permiten sumergirnos en una inacabable fuente de fantasía con sensaciones realistas, están quienes tergiversan todo lo creado por la escritora. De esta manera, por confundir lo ficticio con lo verdadero, las prohibiciones intentan borrar el encanto de Harry Potter; ¿no será por algo que los muggles estaban ajenos al mundo mágico?
Por Macarena Duarte (17 años)