Las cifras publicadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos dan un panorama claro del exorbitante desperdicio de comida, ya que estos datos son un verdadero baldazo de agua fría. En todo el mundo, 1.300 millones de toneladas de alimentos se desperdician cada año, esta cantidad equivale a cerca de un tercio de la comida producida a nivel global.
Asimismo, en Latinoamérica se pierden 127 millones de toneladas de comida en un solo año. En un informe, la FAO afirma que esta enorme cantidad de alimentos desperdiciados podría satisfacer las necesidades nutricionales de 300 millones de personas.
En Paraguay, de acuerdo a esta organización, la comida que va a los basureros podría alimentar a 269.000 personas durante un año. Desperdiciar una descomunal cantidad de alimentos debería ser inaceptable, teniendo en cuenta que más de 300.000 paraguayos pasan hambre y más de 800.000 compatriotas están en la franja de desnutrición, según el último boletín de la Dirección General de Estadísticas, Encuestas y Censos.
Igualmente, en un solo día, se pudren más de 40.000 kilos de alimentos perecederos en el Mercado Central de Abasto, reveló la Municipalidad de Asunción. También, más de la mitad del almuerzo escolar de la capital termina en el basurero, pues gran parte de estas comidas sobran debido a una mala distribución, de acuerdo al Instituto Nacional de Alimentación y Nutrición.
Entre el hambre y la pobreza, se enciende una luz de esperanza gracias a la iniciativa de “Mboja'o”. Este emprendimiento local recoge alimentos que son descartados por restaurantes y se encuentran en perfecto estado para el consumo, con el fin de llevarlos a lugares donde dan de comer a personas carenciadas.
Muchos productos de los supermercados se pierden debido a que alcanzaron la fecha de caducidad y no fueron vendidos. Por esto, Francia aprobó hace tres años una normativa que obliga a los supermercados, con más de 4000 metros cuadrados, a firmar contratos con organizaciones benéficas para donar los alimentos que no hayan sido comercializados.
Colocar en tu plato lo justo y necesario para saciar el hambre, evitar cocinar porciones exageradas y, en el caso de que se te haya ido la mano, inventar nuevos manjares con las sobras del almuerzo o la cena son los tips que te ayudarán a aplicar la famosa frase del químico Antoine Lavoisier “nada se pierde, todo se transforma”. Recordá que no todo el mundo tiene sobre su mesa un plato de comida caliente.
Por Agustina Vallena (19 años)