La guerra y la situación alimentaria mundial

El mundo no pudo recuperarse aún de la pandemia del covid-19 pero ya ha entrado a otra preocupación humanitaria: la situación alimentaria mundial. Aunque es un tema en el que se viene trabajando desde hace bastante tiempo con la intención de lograr el hambre cero, nuevas aristas hacen que este drama esté en el centro de discusión.

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De acuerdo con las proyecciones del World Economic Outlook de enero 2022 del Fondo Monetario Internacional (FMI), las prospectivas de crecimiento a nivel mundial han ido a la baja en el 2022, principalmente como consecuencia de la guerra en curso en Ucrania y las sanciones a Rusia.

Tras una fuerte recuperación en 2021, siempre según la misma fuente, se prevé que el crecimiento mundial disminuya de un 6,1 % estimado en 2021, a un 3,6 % en 2022 y en 2023; lo que corresponde a 0,8 y 0,2 puntos porcentuales menos de lo estimado en enero de 2022, para dichos años.

El índice de precios de los alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) registró en mayo de 2022 un promedio de 157,4 puntos; esto es, un 0,6 % menos que en abril. Sin embargo, el índice, que refleja la variación mensual de los precios internacionales de una cesta de los productos alimenticios más comercializados, seguía estando un 22,8 % por encima del nivel de mayo de 2021.

El índice de precios de los cereales aumentó un 2,2 % respecto del mes anterior, impulsado por los del trigo, que subieron un 5,6 % desde abril y un 56,2 % respecto de su valor de hace un año. Además, los costos internacionales del trigo, que en promedio se ubicaron apenas un 11 % por debajo del récord alcanzado en marzo de 2008, subieron como consecuencia de la prohibición de las exportaciones anunciadas por la India y de la preocupación por la situación de los cultivos en varios de los principales países exportadores, así como de las perspectivas de disminución de la producción en Ucrania, debido a la guerra.

Los precios internacionales del arroz también aumentaron de manera generalizada, mientras que los de los cereales secundarios disminuyeron un 2,1 %. El descenso fue aún mayor en el caso del maíz, cuyos precios cayeron en vista de la ligera mejora de la situación de los cultivos en los Estados Unidos de América, los suministros estacionales en la Argentina y el comienzo inminente de la cosecha principal de maíz en el Brasil.

El conflicto entre Rusia y Ucrania está afectando tanto la economía como la producción de alimentos para el mundo, debido a los incrementos sustanciales de los costos de insumos agrícolas como los fertilizantes. El aumento del costo de los fertilizantes, como es de esperarse, genera el incremento de la inseguridad alimentaria, en varias regiones del mundo, y desde luego, también en América Latina y el Caribe.

El Economista jefe de la FAO, Máximo Torero, advirtió hace poco tiempo que, como Rusia es uno de los principales proveedores de fertilizantes a nivel global, está considerando suspender indefinidamente las exportaciones del agroquímico, lo que ahondará aún más la crisis.

Este año, los precios de los fertilizantes se incrementarán junto con las tensiones geopolíticas, y el uso de estos, a nivel global, podría bajar un 3% según la Asociación Internacional de Fertilizantes. A decir de Torero, la caída en la demanda podría ser aún más pronunciada. Para 2022/2023 se tendría un menor uso de fertilizantes, lo que significará una menor producción de cultivos y una menor calidad de alimentos.

Otro dato no menor es que Ucrania y la Federación Rusa producen el 30% de los cereales y oleaginosas del mundo y, al paralizar las exportaciones de estos países, automáticamente eso se verá reflejado en el precio de los alimentos que es lo que actualmente se está viendo, según la explicación del Economista Jefe de la FAO.

Es probable que el conflicto tenga un impacto prolongado en los precios de las materias primas, afectando al petróleo y los precios del gas más severamente en 2022 y los de los alimentos hasta bien entrado 2023 (debido al impacto rezagado de la cosecha en 2022), según vaticina el FMI. Para 2022, la inflación se proyecta en 5,7% en economías avanzadas y 8,7% en economías de mercados emergentes y en desarrollo (1,8 y 2,8 puntos porcentuales más que las proyecciones de enero 2022).

La FAO viene observando esta situación y ha planteado un amplio debate sobre las acciones que se podrían implementar para tratar de evitar un fuerte impacto. Entre ellas se encuentran: mantener el comercio abierto para evitar las restricciones de importaciones; contar con mejores datos para hacer una mejor inteligencia de mercado; mantener una energía verde a bajo precio y considerar nuevas fuentes de energía sostenible bajas en carbono; mejorar la eficiencia en el uso de los fertilizantes; revisar los subsidios a los fertilizantes, así como mejorar las prácticas agronómicas, la calidad de la tierra y trabajar en servicios de extensión rural dirigida.

El Director General de FAO, Sr. QU Dongyu, en la pasada 37ª Conferencia Regional de la Organización realizada en Ecuador, fue claro al mencionar que “¡La paz es esencial para proteger a las personas del hambre!” y que “ningún país es lo suficientemente grande, o poderoso, para solucionar este problema por sí solo”. Es preciso, entonces, identificar medidas multilaterales claves que puedan adoptarse para reducir las repercusiones de esta nueva crisis.

América Latina y el Caribe es considerada como la canasta de alimentos del mundo, por lo cual tiene que analizar esta situación alimentaria no solo por su efecto para la región, sino por su impacto global. Este conflicto, que pareciera ser lejano, se está convirtiendo en una crisis de alimentos a escala global.

Más allá de cómo se siga desarrollando el enfrentamiento armado, es imperioso que empecemos a poner sobre la mesa una serie de ideas en relación a qué acciones se pueden prever y consensuar. El desafío es enorme. Hay que enfrentar y superar la más compleja crisis económica y social de las últimas décadas.

*Representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en Paraguay

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