Duarte, director del área de Desarrollo de Hábitat de Techo, que participó en la primera investigación sobre las características de estos asentamientos en Paraguay, cuyos resultados se presentaron esta semana, explicó a EFE que estos barrios precarios se forman ante la falta de oportunidades laborales de las familias que llegan a las ciudades, y la imposibilidad de pagar el alquiler de una vivienda.
“Son una manifestación de la desigualdad de nuestras ciudades, que se traduce en falta de oportunidades para familias que no pueden pagar su espacio en la ciudad, por lo que se ven obligadas a vivir en la periferia del territorio o en zonas de riesgo. Los asentamientos informales se vuelven así la única opción que encuentran miles de familias para habitar en las ciudades”, declaró en una entrevista con Efe.
Techo relevó datos sobre más de 400 asentamientos informales ubicados en Asunción y su área metropolitana, en los que viven 38.000 familias, lo que representa aproximadamente el 10 % de la población de esta zona.
El 60 % de estos asentamientos se formaron desde el año 2000, en un contexto de “altos niveles de pobreza e incremento de la población urbana”, precisó Duarte.
Agregó que, según los censos estatales realizados entre 2002 y 2012, el 75 % de los asentamientos se originaron por factores económicos, así como por factores naturales, como la crecida de los ríos, que obligó a los barrios ribereños a desplazarse.
Duarte afirmó que el principal riesgo de vivir en un asentamiento es la vulneración de derechos humanos que padecen sus pobladores, y que se traduce en su falta de acceso a servicios básicos.
Por ejemplo, detalló que el 82 % de los asentamientos no cuenta con acceso a servicios de saneamiento de aguas, y el 65 % se encuentra excluido de programas de vivienda, lo que hace que los pobladores tengan que construir ellos mismos sus casas, a menudo con materiales poco adecuados.
Otros riesgos están relacionados con factores climáticos, como tormentas o potenciales inundaciones, que les afectan más al ubicarse en zonas peligrosas, así como la incertidumbre en que viven frente a la amenaza de ser desalojados.
Un ejemplo de esta situación vulnerable son los Bañados de Asunción, un conjunto de barrios ubicados en la ribera del río Paraguay, sometidos tanto a la amenaza de las inundaciones como a los planes de desalojo para ejecutar proyectos de infraestructura.
Duarte explicó que los bañadenses se establecieron en estas zonas ante la imposibilidad de pagar el alquiler de una casa en las zonas más altas de la ciudad, y se arraigaron en el lugar ya que cuentan con fuentes de trabajo cercanas a la vivienda, como la recolección de basuras en el centro de Asunción o en el vertedero de la ciudad.
El experto de Techo insistió en que es necesario “identificar y comprender la emergencia” en los Bañados, para “generar respuestas que tomen en cuenta y hagan partícipe a estas familias, para la construcción de soluciones permanentes mediante consensos”.
Duarte también subrayó que, pese a la carencia de servicios, las familias de los asentamientos “no permanecen estáticas, sino que desarrollan acciones de transformación, resistencia y subsistencia para satisfacer sus necesidades más básicas”, a través de organizaciones comunitarias y comisiones vecinales.
Recordó además que, durante la conferencia Hábitat III de la ONU, celebrada en Quito el pasado mes de octubre, Paraguay se comprometió a impulsar la construcción de ciudades seguras, inclusivas y resilientes, en el marco de la Nueva Agenda Urbana.