El centro histórico de Asunción, ciudad administrada por el intendente, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR- cartista), está en ruinas. Edificios abandonados y destruidos, convertidos en aguantaderos de adictos y vertederos de basura, son el paisaje cotidiano, cada vez más común para los pocos vecinos que aún lo habitan.
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“Yo estoy arrepentida de haberme mudado”, confiesa una ciudadana que hace unos pocos meses dejó un barrio y pasó al centro buscando optimizar su tiempo, ante las deplorables condiciones del transporte público.
“Vivir en el Centro de Asunción es vivir miedo constante: miedo a ser asaltado frente a tu propia casa. En más de una oportunidad intentaron ingresar a mi edificio desde el techo, utilizando un edificio abandonado contiguo como acceso”, cuenta.
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El ruido y movimiento de la mañana, cuando funcionan las instituciones públicas, dan paso por la tarde a una ciudad fantasma. “La ciudad está sumida en la desidia total.
Cada cuadra tiene edificios abandonados que sirven de aguantadero de delincuentes y consumidores de drogas”, señala la vecina. A esto se suma la presencia de cuidacoches y la concentración de la seguridad solo en edificios de oficinas públicas. “Comercios y viviendas, en cambio, permanecen a merced de la inseguridad“, agrega.
Microcentro de Asunción: deterioro de calidad de vida
La situación es más notoria aún para aquellos asuncenos que siempre residieron en el centro histórico de la Capital. Una vecina que heredó la casa de su familia admite que pasaron a “sobrevivir” en el centro . “Uno va adquiriendo mañas como estrategias para cuidarse, cuidar a los seres queridos, y cuidar los bienes”, cuenta apenada y agrega que su casa ya fue vulnerada en dos ocasiones, por lo que tuvieron que reforzar todos los accesos.
“En los últimos años, vivir aquí es ver cómo tus vecinos de toda la vida, se van yendo buscando una mejor calidad de vida. Ver que las casas tan hermosas se deterioran hasta caerse, y que lugares que uno vio por dentro en la infancia, se vacían para convertirse en estacionamiento“, lamenta.
“La situación prácticamente nos obliga a vivir encerrados; y los espacios públicos, que deberían ser para el disfrute de los ciudadanos que vivimos aquí, son de los adictos”, dice y agrega que ir a una plaza es imposible sin auto, aunque eso signifique tener que pagarle a un cuidacoches.
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A los propietarios se le suman los altos costos impositivos, sin retribuciones de la comuna. “En Lambaré o Fernando de la Mora, por construcciones de similares características se abona casi la mitad en impuesto inmobiliario“, dice la vecina.
Proyectos “duermen”
Mientras tanto, proyectos por revitalizar el centro, como el de reconversión urbana, a cargo del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), siguen esperando.
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El plan tiene aprobado un préstamo de US$ 105 millones del Banco Mundial y pretende, entre otras cosas, la revitalización de centro histórico, la recuperación y ampliación del Parque Caballero, además de la revitalización del banco San Miguel y la creación del distrito Eco Inclusivo en la Costanera Norte, donde el intendente pretende la venta de 6 hectáreas.
En los últimos días, el intendente Rodríguez anunció un acuerdo con la Policía Nacional para reforzar la seguridad del microcentro mediante cámaras, sin embargo, las vecinas consultadas no ven muchas esperanzas. “En algunos casos que conocemos solo sirvieron para tener un recuerdo del asalto. No hubo consecuencias para los delincuentes”, resumen.