Cultura, arte y tradición brillaron con la festividad de Caacupé

La serenata de la Virgen de los milagros de Caacupé que incluyó un festival artístico y show de fuegos artificiales tuvieron un carácter casi apoteósico. Antes que opacar, la lluvia puso un condimento de bonanza. A la multitud no le importaba mojarse para honrar a la Madre de todos los paraguayos. La imagen gigante se convirtió en una nueva atracción.

Los fuegos artificiales tuvieron como escenario la imagen gigante de la Virgen de Caacupé.Fernando Romero
audima

Los fuegos artificiales que marcaron la llegada del 8 de diciembre, esta vez pasada por agua, símbolo de bonanza, tuvieron una duración de aproximadamente 7 minutos.

El programa de la Vigilia arrancó a las 23:30 del sábado con una narrativa y escenas entre el público de la leyenda del Indio José y el tallado de la imagen cuya historia comprende 420 años.

Una imagen cenital poco usual de la Basílica tomada por el drone durante la festividad de la Virgen.

La explanada de la Basílica fue el gran escenario, con la gran participación del público, para la representación de la persecución y fe del Indio José que abarcó relatos para representar los pasajes como el tallado de la Virgen y concluyó con su entronización. La coreografía incluyó danzas tradicionales del Paraguay en honor a la Virgen con apertura musical de la Guarania Tupasy Caacupé. Como parte del espectáculo tuvo lugar la entrada de la bandera gigante de Paraguay y la bandera Papal, acompañada con una marcha solemne.

El público vibró con los fuegos artificiales.

El público vibraba con las canciones patrióticas y las dedicadas a la Virgen bajo la persistente lluvia con las linternas de sus celulares encendidas, pañuelos blancos al viento y banderas. Cuando estallaron los fuegos artificiales la emoción llegó al máximo mientras se escuchaba el Himno a la Virgen. Tampoco faltaron Felicidades y 13 Tuyutí.

Imagen gigante

La imagen gigante de la Virgen de los Milagros ubicada en la rotonda entre la Plaza Tte. Fariña y la Basílica se convirtió en la nueva atracción. Los peregrinos se tomaban selfies y admiraban la magnificencia de esta obra del artista plástico caacupeño Ricardo Núñez. La figura de 12 metros despertaba admiración y era punto obligado para una fotografía “recuerdo de Caacupé” a G. 25.000.

Parada ante la imagen gigante para una selfie es la práctica de los peregrinos que llegan a Caacupé.

Entre el ajetreo y el chapuzón los vendedores que acudieron a Caacupé dejaron sus rubros habituales como alimentos y empezaron a vender pilotines, como el caso de Salomón Machado, quien dijo que llegó desde Asunción para ofrecer comida, pero la lluvia cambió los planes y para bien.

Los vendedores de pirí que en principio se vieron afectados por la lluvia, luego fueron favorecidos porque la gente necesitaba la esterilla para esperar la misa central.

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