En medio de la masiva ausencia de autoridades en la misa central de Caacupé este 8 de diciembre, se dio lectura a la tradicional Carta al Pueblo Paraguayo. Este año, monseñor Ricardo Valenzuela reflexionó sobre muchos problemas sociales, como el transporte público y la energía.
Mencionó la importancia del Grado de Inversión pero señalo que será bueno cuando las inversiones tengan impacto en el campo social, con mejores oportunidades de ingreso, mejores servicios públicos de salud y educación para todo el pueblo.
“Con tanta inteligencia y talentos premiados afuera, con tanta perseverancia demostrada, sobre todo por los jóvenes galardonados, y si a ello sumamos, con tantos recursos disponibles, como la energía, ¿cómo es posible que aún no tengamos un eficiente sistema de transporte?, ¿cómo es que no podemos tener un buen servicio de energía eléctrica? Inclusive, ¿cómo es que, en vez de gastar 100 millones de dólares en la compra de urnas electrónicas, no se pueda alentar a que esos sencillos equipos sean fabricados en nuestro país?”, planteó.
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Agregó que en Paraguay hay gente capaz, con privilegiada inteligencia, talento y perseverancia. “Pero muchas veces no existe voluntad, ni gestión, ni políticas públicas de impulso y mucho menos liderazgo para engrandecer nuestra nación. Demasiado tiempo y recursos se desperdician por la codicia de pocas personas, o de familias que se turnan para hacer girar la rueda de la fortuna y volverse ricos sin esfuerzo alguno, teniendo como fuente, generalmente, los recursos del Estado o la combinación de estos con sus habilidades para el negocio y el poder conquistado”, cuestionó.
Estas declaraciones fueron fuertemente aplaudidas y ovacionadas por los feligreses presentes en la misa de esta mañana.
Fondos jubilatorios, en “zozobra”
También recordó a los ancianos “arrinconados en la soledad y el abandono”. Mencionó, en ese sentido, a los jubilados, “cuyos fondos están siempre en zozobra y a quienes el seguro social considera una carga y por consiguiente los trata con desmedro y menoscabo a la hora de recibir atenciones de salud”.
Agregó que no se puede especular con la jubilación del pueblo, de las personas que trabajaron por tres décadas para poder vivir honradamente sus días de descanso. “Sumar y restar y hacer cálculos en desmedro de los jubilados es idolatrar un sistema económico y convertirlo en un ídolo que devora a nuestros padres, abuelos y abuelas. Mientras los congresistas se autoasignan sueldos y sobresueldos, a los jubilados se les quiere recortar el fruto de tantos años de trabajo honesto, fatigoso, perseverante”, lamentó.
Al mismo tiempo, habló de las personas que se encuentran en situación de pobreza. “Los pobres no necesitan de nuestra compasión, ellos esperan justicia y correcta distribución de los bienes económicos”, enfatizó.
“Imagínense no tener qué comer ni dar de comer a la familia, no tener dónde dormir cómodamente, no poder vestirse dignamente ni tener recursos para la salud y la educación. “Es escandaloso” —dice el Papa— “que, en un mundo dotado de enormes recursos, destinados en gran parte a los armamentos de guerra”, los pobres no puedan salir de ese estado miserable, sobre el cual se repiten siempre los debates políticos y económicos internacionales, sin resultado concreto. Los pobres figuran en la agenda marginal de los grandes de este mundo y, mientras no se les dé prioridad, no habrá justicia y, en consecuencia, tampoco habrá paz”, declaró.
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Recordó a los secuestrados por el EPP
Monseñor relató que en su mensaje por el año del Jubileo, el papa Francisco habló de las guerras y la necesidad de la instalación de la paz. “¿No nos afectan? Claro que nos afectan, no solo por la variación de precios como consecuencia de ellas, sino por la incertidumbre y la zozobra en la vida de naciones cercanas al conflicto, y sobre todo por la indiferencia con que reacciona el resto del mundo ante la destrucción y la muerte inocente”, planteó.
Agregó que las “guerras” en Paraguay no tienen la dimensión ni la magnitud del conflicto israelí-palestino, ni las de Rusia con Ucrania, pero siguen perturbando nuestra paz. “Las ‘guerras’ entre grupos armados de narcotraficantes a las que se suma el rebrote, de cuando en cuando, de la banda de asesinos que opera en el norte del país, con saldo de numerosas muertes y la incógnita sobre la vida del policía Edelio Morínigo y del señor Oscar Denis y de tantos otros”, dijo recordando a los secuestrados por el grupo criminal EPP.
Destacó que no puede haber paz mientras exista el secuestro de manera impune, mientras haya inseguridad y se registren matanzas de grupos criminales en plena vía pública.
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¿Alusión a los nepobabies?
Habló sobre jóvenes que se han destacado recientemente en el deporte y el estudio, en competencias internacionales, y luego, aprovechó para dar un mensaje sobre las pocas oportunidades laborales debido al tráfico de influencias y el nepotismo.
“Pero no seamos ciegos y dejemos de ver la otra cara o los otros momentos de nuestros jóvenes que acusan el golpe de las frustraciones, o sufren las consecuencias de los privilegios otorgados inmerecidamente a quienes acceden fácilmente a lugares que deberían estar destinados a personas capacitadas o especializadas para ello”, planteó.
Monseñor instó a los jóvenes a luchar en contra de las prácticas tan desalentadoras de premiar la lealtad antes que la capacitación, el amiguismo antes que el estudio y el diploma. “No sucumban fácilmente ante la precariedad del trabajo que les toca o ante la inequidad en la tenencia material o del consumo. Sigan luchando con esperanza; ‘no balconeen’, como dice el papa Francisco, dejando escapar la historia de sus manos. Sean protagonistas del porvenir”, declaró.
En otro momento, resaltó que hay funcionarios “que se mantienen moralmente sanos en una isla rodeada de corrupción, que luchan cada día para no ser sometidos al régimen de la descomposición moral porque ellos ‘esperan la justicia anhelada por medio del Espíritu y la fe’ (Gál 5,5), como diría san Pablo a los cristianos de Galacia”.
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El país necesita nuevos líderes
Agregó también en otro momento la esperanza en el fin de las malas prácticas que cristalizan el manejo de la cosa pública.
“El país necesita nuevos e inspirados líderes, personas comprometidas, auténticas, íntegras, sin dobles agendas, dispuestas a respetar las reglas democráticas y a cumplir los mandatos recibidos del pueblo, solamente del pueblo y de las leyes acordadas. Es tiempo de dar a la juventud esa oportunidad de servir a su país con pasión, conocimiento actualizado, honestidad y patriotismo”, manifestó.
Instó en ese sentido a los políticos a no mirar solamente hacia atrás ni quedarse en el pasado, dejando de lado el talento de los numerosos jóvenes dispuestos a demostrar sus capacidades y los valores éticos en la gestión pública. “Construyamos, entre todos, la esperanza que nos lleve cuanto antes a concretar también ese sueño”, consideró.
Barrios consumidos por las drogas y el sicariato
El obispo también habló sobre las drogas y la delincuencia. Instó a la sociedad a no dar la espalda a las personas que cayeron en la drogadicción y a la lucha contra los actuales problemas que afectan a la sociedad.
“Hay barrios enteros, ahora ya en todo el país, que no pueden llevar una vida tranquila debido a la violencia que genera el consumo y la distribución de drogas. Padres y madres que deben resignarse a perder el control de sus hijos, ganados por las bandas delictivas de este negocio, y que viven esperando el nefasto momento de recibir el cuerpo de sus hijos, como corolario de sus tristes historias”, expresó.
“No podemos permitir que se imponga una sociedad sonámbula, sin esperanza, sin futuro a causa de las drogas. Este Jubileo también es un momento de conversión, una fuerte llamada de atención para los mercaderes de los estupefacientes y para quienes lucran con el sicariato y con la muerte”, exhortó.