El padre Miguel Fritz, administrador apostólico del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, ofició la misa en el santuario de Caacupé. En su prédica cuestionó duramente la realidad que se vive en el Paraguay, especialmente en la zona del Chaco.
“Sufrimos la falta de agua como en el río Paraguay, sufrimos sequías en el Chaco. Esto es peor porque durante semanas, un incendio arrasó con 200.000 hectáreas, en gran parte de un bosque; y el humo casi nos asfixió, causando malestares y enfermedades a muchos. Violar la naturaleza es una blasfemia, es como escupir en la cara de Dios”, resaltó.
Indicó que los incendios provocados y robos de agua de los ríos son ataques contra la casa común. ¿Cómo puede acontecer eso, si hay instituciones, si hay leyes que deben proteger la naturaleza?, se preguntó.
Señaló que por motivos dudosos, de todos modos por inconciencia y por la falta de escrúpulos, muchas veces algunas personas cometen esta clase de crimen, provocando que decenas de valientes sacrifiquen tiempo y descanso durante días; y que miles de habitantes de todo el Chaco e incluso en la capital y en la región Oriental sufran de un aire ya irrespirable.
Asimismo, dijo que esta situación es como romper nuestra sana relación con la naturaleza, con la madre tierra, con la casa común. Y la consecuencia es que perdemos nuestra sana relación con el Creador de todo eso.
“Los pueblos indígenas, que siempre se destacaban por esta amistad estrecha con la creación, con la obra de un Dios que por medio de ella muestra su amor, su cariño, su preocupación hacia nosotros, hoy se ven afectados”, agregó.
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Los católicos queremos mostrar nuestro amor hacia nuestra Madre
En otro momento de su alocución, el padre Fritz mencionó que aquí estamos como católicos, queriendo mostrar nuestro amor, nuestra veneración a nuestra Madre, a la Virgen de Caacupé. Pero a la vez, parece que a muchos la virginidad de la tierra, tierra virgen no les importa nada.
“Violamos, envenenamos, pisoteamos, matamos y todo eso en nombre del progreso; pero, ¿qué progreso? Si no matan solo la fauna y flora; también matan personas humanas, a nosotros, a nuestros hijos e hijas. Acá estamos delante de nuestra Madre, la Virgen, para que nos ayude”, indicó.
El padre se preguntó: “¿Alguien ha pensado con esta calamidad del incendio, qué habrá pasado a nuestros hermanos indígenas ayoreos que aguantan todavía en aislamiento voluntario algunos grupos justo en esa región de Chovoreca? ¿Será realmente cierto, que hay estancieros en el norte del Chaco que dan orden a sus peones de matarlos, si aparecen?”.
“¿Qué les hemos hecho, hermanos indígenas, que prefieren vivir miserablemente en las calles de Asunción y otras ciudades, bajo un hule hû, en vez de vivir dignamente en su yvy marae’ŷ?, prefieren ser empujados a una vida urbana, a no poder sobrevivir ya en su propia tierra?, prefieren la rabia de viajeros y transportistas, cerrando rutas, a sufrir por promesas incumplidas?, que ir mendigando por un poco de agua?”, se preguntó con tristeza el padre Fritz.
“El derecho al agua es un derecho universal e inalienable, sin distinciones ni discriminaciones, como agrega el Papa Benedicto XVI en su Carta “Caritas in Veritate. “Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza”, puntualizó el padre Miguel Fritz.
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