El acto de habilitación de la capilla ecuménica contó con la presencia del Gobernador de Ñeembucú, Víctor Hugo Fornerón (ANR); el director de la Policía Nacional de Ñeembucú, Pablo Ortiz; el jefe de la Prefectura Naval, Cristian Barreto, así como vecinos y feligreses.
La capilla, construida en 1920 por don Antonio Sacarello y dedicada originalmente a su santo, San Antonio, permaneció cerrada durante décadas tras la desaparición de sus propietarios.
Recientemente, don Raúl Antola adquirió la propiedad y otorgó su administración al párroco de la Basílica Nuestra Señora del Pilar, Gianluigi Aroffo, quien impulsó la recuperación del lugar como un espacio ecuménico.
Inspirado por su experiencia en Kosovo, donde administró capillas de diversas denominaciones, el sacerdote Gianluigi Aroffo destacó: “Este será un lugar para reunirnos y dialogar”.
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Un llamado a la unidad
En la ceremonia participaron los pastores evangélicos Carlos Ludueña y Samuel Delpuerto, quienes valoraron la apertura de la Iglesia Católica hacia este proyecto. El pastor Carlos Ludueña expresó: “Todos somos hijos de Dios con un objetivo común, que es servir” expresó.
Por su parte, el pastor Samuel Delpuerto subrayó la importancia de la colaboración entre distintas congregaciones: “Esto no es una competencia entre religiones, al contrario, es una invitación a unirnos y trabajar en beneficio de una ciudadanía que espera mucho de nosotros. Hay demasiadas personas necesitadas emocional, física, espiritual y económicamente, tanto de la iglesia católica como evangélica. En algún lugar vamos a ser útiles”.
Restauración con innovación
La restauración de la capilla estuvo a cargo de la arquitecta Natalia Antola, hija de Raúl Antola, quien destacó que el proyecto conservó las pinturas originales, además de incluir innovaciones, como sensores de humedad y un sistema de luces en la fachada que cambia de color según las condiciones climáticas.
“Se realizó una limpieza superficial de los muros y se instalaron sensores para prevenir problemas de humedad. También implementamos un sistema en la fachada que cambia de color cuando hay pronóstico de lluvia”, explicó.
Un espacio para la comunidad
La arquitecta Natalia Antola comentó que, como parte del proyecto, se habilitó un buzón para que la ciudadanía pueda dejar quejas o denuncias, con especial atención a víctimas de violencia.
“Este es un espacio para todos, un refugio para quienes necesitan ser escuchados. Si una mujer está sufriendo violencia y no es atendida, aquí podrá depositar su denuncia y buscaremos la forma de ayudarla”, señaló la arquitecta.