En el presente existe mayor conciencia para acudir a consultas con el psicólogo; sin embargo, el desafío ante los prejuicios sigue en vigencia. En el Día Nacional del Psicólogo conversamos con ellos para conocer el análisis de la situación actual.
En Paraguay, en el año 1963 se estableció la carrera de psicología en la Universidad Católica de Asunción (UCA) y en 1967 en la Universidad Nacional de Asunción (UNA).
Para el profesional de la psicología Osvaldo González, aún existen prejuicios para acudir a una consulta, especialmente por parte de los hombres.
“Muchos siguen con el concepto de que va al psicólogo porque está loco o sólo para hablar e, incluso, piensan que no vale la pena pagar a alguien para que solamente le escuche”, ejemplificó.
Comentó que los pacientes esperan hasta últimas instancias para acudir a una consulta, cuando ya está muy mal o no puede continuar. Como consecuencia, los procesos son más lentos y el tratamiento lleva mucho más tiempo.
“Si la gente acudiera más tempranamente, cuando comienza a sentir un malestar, se ahorraría el malestar, tiempo y dinero para llegar a sanar”, analizó.
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Difícil acompañamiento
También refirió que el tratamiento no termina en la consulta, sino que debe tener un acompañamiento familiar; sin embargo, muchos tienen una realidad dura, incierta y hasta injusta que no ayuda al mejoramiento del paciente.
“Nuestro trabajo se hace mucho más difícil en el contexto social en el que vivimos y donde hay muy poca atención a la salud mental. Por la cultura, la gente no está acostumbrada a contar lo que le pasa y presentarse vulnerable ante los demás, por lo que nuestra cultura y condición social se convierten en una dificultad”, indicó.
Deficiencia profesional
González señala que la deficiencia profesional es otro desafío en el área, especialmente en cuanto a la cualificación, con universidades que ofrecen cuatro años de carrera asistiendo a clases solamente una vez por semana.
“La formación se vuelve mediocre y no hay control real sobre los profesionales; sin embargo, tiene sus recompensas esta carrera que es una vocación donde se acompaña a las personas en el proceso de sanación y crecimiento personal”, subrayó.
En Paraguay hay 12.936 profesionales de la psicología
Si bien parece un número importante, la población no cuenta con acceso fácil a los profesionales de la salud mental, por lo que se requiere más psicólogos.
“Es muy bajo todavía el porcentaje de la población que recurre a la atención psicológica, más aún considerando que algunos profesionales no se dedican precisamente a ejercer el rol”, indica la psicóloga Cecilia Garcete.
Urgen las campañas de prevención
“Estamos llegando tarde en casos en los cuales no se visibilizan los síntomas”, comentó. La profesional señala que uno de los grandes desafíos es contar con más campañas de prevención para casos como la depresión, en que en situaciones extremas las personas toman decisiones irreversibles y el bien más sagrado, la vida, está en juego.
Otros casos también con grandes necesidades de atención inmediata son el maltrato infantil y la violencia intrafamiliar, cuyos daños y consecuencias son gravísimos.
“Proveer a las personas recursos para el autocuidado, la autoestima, el amor propio desde la primera infancia debería ser ya una realidad y no una utopía”, enfatizó.
Sin embargo, también existen recompensas, como saber que está proveyendo herramientas de la disciplina científica a cada una de las personas que solicita la atención psicológica.
Finalmente, señala que es muy importante que desde la salud pública se tenga una visión integral de las necesidades de la población y que se implementen planes y programas que respondan a los aspectos más urgentes en el área.
Los desafíos son muchos
El psicólogo Santiago Volpe enumera los principales desafíos y recompensas de la profesión en la actualidad.
Desafíos: elaborar un diagnóstico clínico concluyente, diagramar un delineamiento terapéutico efectivo, construir un vínculo psicoterapéutico donde el paciente desarrolle una adhesión al tratamiento, gestionar la frustración del paciente cuando el caso clínico es complejo y los cambios clínicos son lentos y la actualización profesional constante basada en evidencia científica.
Recompensas: ser parte activa en la mejoría de la salud mental del paciente, el impacto saludable que se produce en el entorno del paciente en crecimiento, salvar una vida por medio de la intervención psicológica y la gratitud que manifiesta el paciente al superar la sintomatología tratada.