Patricia “se recibió de mamá y artesana” al mismo tiempo, y en estos años ha viajado al interior del país y fuera de nuestro territorio con el tesón diario de vender por lo menos dos termos a la semana.
La familia es de Villa Aurelia, no tiene un local pero a veces colocan un toldo y una mesa en la vereda. Los termos se venden más en ferias y exposiciones.
Patricia recuerda la decisión de dejar su trabajo en una oficina contable para tomar las herramientas y dedicarse a la artesanía en cuero.
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Sus embarazos fueron de alto riesgo y tenía que quedarse en casa. Pero no dejó de trabajar. Sin tiempo para desganos o pereza, el esfuerzo de todos los días en compañía de su hija Danna Naomi, a la que le encanta ayudarle y también jugar al fútbol.
Mamá artesana sin problemas
Cuando les toca viajar, no tienen problemas. Se llevan su colchón y su cocina y van por varios días a exponer sus termos. Juntas viajan a las fiestas patronales del interior y a las ferias para mostrar lo que hacen con tanto empeño.
Sus termos forrados, diseñados para cada cliente llevan un detalle personalizado: “El nombre grabado, los colores de su club, porque hay mamás que solo toman tereré o mate con los colores de pasión futbolera en guampa de acero o palo santo”.
“Mi esposo Guillermo Genes recorría restaurantes y visitaba amistades. Más adelante me uní a la Asociación de Artesanos de Asunción, Ciudades Vecinas y Afines del Paraguay (Asacivapa)”, comentó. Se sintió empoderada con capacitaciones y ventas.
Asegura que se puede vivir de la artesanía, aunque sus manos están con callos porque se cose a mano en piezas de cuero que se aprovechan al máximo. Tienen herramientas, cinceles para el repujado de cuero vacuno y con pelo.
Con el pirógrafo el trazo y la caligrafía son a pulso, cuidando la proporción. Si algo queda del cuero enseguida se convierte en pulseras, forro de encendedores y otros.
Mamá artesana sale adelante
“Dejábamos nuestro número de teléfono, y nos llamaban para los regalos empresariales, que fue lo máximo porque trabajamos sin parar, no dormíamos, estábamos felices”, rememoró. “La artesanía nunca va a morir, es parte de nuestra identidad, nosotros no tenemos lujos, pero luchamos y procuramos porque queremos salir adelante”, expresó.
Según Patricia, la artesanía en cuero es rentable, a los turistas les gusta. Un termo normal sale G. 150.000.
Danna estaba en brazos cuando se inició en esta actividad, hoy cosen juntas con hilo encerado que al final se quema con el pirógrafo para que no se suelte la costura.
Ya se encuentran en la Plaza Juan E O’Leary, al costado del Panteón de los Héroes, hasta el 15 de mayo para que la gente pueda encontrar el regalo para mamá.
“Yo estoy muy agradecida con la artesanía porque pude conocer otros países, me marcó mucho; Dios bendice el fruto del trabajo con mis hijos sanos. Es trabajo y pan para todos los días”, finalizó.