Cardenal advierte que hay un debilitamiento extremo de las instituciones democráticas

El arzobispo de Asunción, Mons. Adalberto Martínez, sostuvo que la situación de crisis que vive el país, por la corrupción, la impunidad y el debilitamiento extremo de nuestras instituciones democráticas, así como las amenazas a la vida, a la integridad, a la libertad, a la verdad, al derecho y a la justicia, tienen su causa más profunda en la ausencia de Cristo. Fue en la homilía de la Vigilia Pascual.

El cardenal Martínez enciende el cirio pascual de la fogata bendecida en el inicio de la Vigilia Pascual.SILVIO ROJAS
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El arzobispo de Asunción, cardenal Adalberto Martínez, presidió esta noche la Vigilia Pascual que anunció que Jesús venció a la muerte. El acto comenzó en la explanada de la Catedral Metropolitana, donde de bendijo el fuego, del cuál se dio luz al cirio pascual, que representa a Cristo Resucitado. Luego los fieles ingresaron al interior del templo dónde prosiguió la misa.

Los fieles iluminan la oscuridad con la luz proveniente del cirio pascual

En la homilía, el cardenal Martínez explicó que la Resurrección de Cristo es el principio y fundamento de la fe cristiana, pues “si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe”. Agregó que la resurrección es el culmen de la Historia de la Salvación: Jesús ha vencido al pecado y a la muerte y es el principio de la futura resurrección.

Martínez indicó que la noche es un símbolo fuerte, y la luz que aparece en medio de la oscuridad se convierte en signo comprensible, evidente. La noche es el lugar donde acontecen las maravillas de Dios, donde continúan aconteciendo hoy.... “Dios hoy nos invita a sentir que, en nuestra noche, él sigue siendo luz, y luz sin ocaso”, precisó.

Momento en que el cardenal Adalberto Martínez bendice el fuego.

En otro momento, al resaltar la resurrección de Cristo, indicó que es la gran noticia, porque la Iglesia vive de ella. “Millones de cristianos a lo largo de dos milenios han vivido de ella. Es la noticia que ha cambiado la historia: el Crucificado vive, ha vencido la muerte y el mal”, puntualizó.

Mucha gente asistió a la misa para celebrar la resurrección de Cristo.

Resaltó que Jesús luchó por realizar el Reino entre los hombres; lo anunció, pero también lo hizo efectivo: dio de comer a los hambrientos, curó a los enfermos, se enfrentó con las autoridades, rebatió sus esquemas religiosos, criticó duramente la actitud de zorros de algunos y la voracidad de otros.

Al referirse a la realidad que atraviesa el país, indicó que “la situación de crisis que vive el país, por la corrupción, la impunidad y el debilitamiento extremo de nuestras instituciones democráticas, así como las amenazas a la vida, a la integridad, a la libertad, a la verdad, al derecho y a la justicia, tienen su causa más profunda en la ausencia de Cristo y del evangelio en el templo de las conciencias, las actitudes y la conductas vacías de muchos bautizados”.

Resaltó que la resurrección de cada persona humana y del Paraguay debe ser sembrada con hechos concretos. “Los cristianos hemos pecado de idealismo y de buenas palabras. Pero no bastan las buenas intenciones, ni siquiera las oraciones que hacemos por la paz, por los pobres y por cuanta necesidad hay en nuestro país. No se puede entender la resurrección de Jesús si no se la relaciona con toda su vida. Cuando Jesús dio su último aliento, terminó de triunfar en él la vida; pero ese triunfo comenzó cuando prefirió la pobreza de Belén, la oscuridad de Nazaret, la compañía de publicanos y prostitutas, el mal aliento de los leprosos, el hambre de los pobres, el dolor de los enfermos… Cuando uno se deja abrazar por la fuerza de la resurrección de Jesús, comienza a entender a Dios de una manera nueva, como un Padre “apasionado por la vida” de los hombres, y comienza a amar la vida de una manera diferente”, indicó.

Martínez explicó que la resurrección de Jesús nos descubre, antes que nada, que Dios es alguien que pone vida “donde los hombres ponemos muerte. Alguien que genera vida donde los hombres la destruimos. Esta lucha por la vida debemos iniciarla en nuestro propio corazón, «campo de batalla en el que dos tendencias se disputan la primacía: el amor a la vida (biofilia) y el amor a la muerte (necrofilia)» (E. Fromm)”.

Caminos de muerte

El arzobispo resaltó que desde el interior mismo de nuestro corazón vamos decidiendo el sentido de nuestra existencia. O nos orientamos hacia la vida por los caminos de un amor creador, una entrega generosa a los demás, una solidaridad y fraternidad generadora de vida... O nos adentramos por caminos de muerte, por el odio, las intrigas, la venganza, la avaricia sin límites, la prepotencia y abuso del poder económico o político, la manipulación e instrumentalización de los otros, la indiferencia total ante el sufrimiento ajeno.

Aclaró que no se trata solamente de revivir personalmente sino de poner vida donde tantos siembran muerte.

Postura ante el aborto

“Quizás sea ésta la pregunta que debamos hacernos hoy: ¿Sabemos defender la vida con firmeza en todos los frentes y en todas sus etapas, desde el seno materno hasta la muerte natural? ¿Cuál es nuestra postura personal ante las muertes violentas, el aborto, la destrucción lenta de los marginados, el genocidio de los pueblos indígenas, la instalación de armas mortíferas sobre las naciones, el deterioro creciente de la naturaleza por la ambición desmedida de unos pocos?”, cuestionó.

Al resalta nuevamente la Resurrección, sostuvo que esta noche gloriosa se llena de esperanza si se transforma el corazón según el Espíritu del Resucitado y conforme al compromiso bautismal, “entonces podremos caminar hacia Galilea para encontrarnos con el Señor Resucitado, anunciarlo con nuestras vidas y así contribuir para hacer realidad la utopía que el gran poeta Romero Valdovinos expresó bellamente: Renacerá el Paraguay bajo el beso de Dios, alborada triunfal que nuestra sangre regó bendecida en dolor. Y en el surco feliz otra vez cantará el labrador”, concluyó.

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