Dignificar la salud pública debería ser una causa nacional, una política de Estado sostenida, una reivindicación histórica y un gesto humanitario que trascienda dicotomías políticas o intereses sectoriales, inicia en su comunicado público el médico Marcelo Galli Romañach.
“Todos los paraguayos, sin distinción, merecemos, bajo el orden jurídico imperante, ser considerados, protegidos y tratados por igual”, expresa.
Agrega que el Estado es responsable de la salud del pueblo por ley (art. 46 y 68 de la CN) y, por lo tanto, está obligado a ofrecer las mejores condiciones para todos por igual.
Crítica al sistema de formación de profesionales de salud
Afirma que el Estado es el responsable de garantizar casas de estudio serias, categorizadas y a la altura de tan noble profesión, y no debe permitir ofertas desenfrenadas en el mercado de universidades comerciales mediocres.
“Un Estado coherente, debe ofrecer escuelas médicas de formación de especialistas a la altura de las necesidades, en condiciones laborales óptimas, salarios dignos y permanente inversión académica, evitando la fuga de médicos jóvenes al exterior para su formación, pues ellos serán quienes cuiden la salud a las generaciones futuras”, agrega.
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Criticó que hoy día, la profesión médica, por naturaleza, la primera, la más digna e importante para la preservación del género humano, ha sido desmerecida, denigrada y prostituida por un Estado indiferente, negligente y criminal. “Médicos remunerados por debajo de cualquier servicio básico, hemos sido desvalorizados al punto que cualquier mocoso imberbe o jefe de cafetería, triplica el salario de quienes damos lo que sea por sanar”, refiere.
Estado es cómplice del deterioro del sistema de salud
El médico critica que el estado es cómplice del deterioro del sistema de salud, ya que invierte proporcionalmente menos por habitante en el sistema público, que en el sector privado y comercial de la salud, donde un puñado de privilegiados con “derechos corporativos” se llevan gran parte de los recursos que deberían ser destinados a un sistema de salud universal para todos por igual.
“El sistema de salud público agoniza por la complicidad del Estado con las corporaciones privadas, desviando no solo millones de dólares, sino generando privilegios y desigualdad. Un Estado cuyas autoridades hacen apología a la discriminación y segregación de sus habitantes, refrendando por omisión de acción del mismo presidente, es un Estado fascista en el sentido fáctico, porque tienen el poder arrollador de la fuerza por sobre la razón”, agrega.
Finaliza su comunicado haciendo suyas las palabras de Martin Luther King: “Sueño con un país donde podamos disfrutar de plenas libertades, sueño con un gobierno consecuente con sus principios. Sueño con una nación que garantice el Estado de derecho para todos sus habitantes y sueño con una nación que no discrimine arbitrariamente a sus ciudadanos en ningún sentido”.