El arzobispo de Asunción, cardenal Adalberto Martínez, presidió hoy la misa matutina en el tercer día del novenario de la Virgen de Caacupé, que tuvo como invitados a miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.
El purpurado pintó un negro panorama de la situación social en el Paraguay, donde impera la inequidad. Según él, en nuestro país 400 mil personas pasan hambre y 1 de cada 4 paraguayos es pobre. “Eso no está conforme a la voluntad de Dios. “Si tenemos suficientes alimentos para alimentar al mundo. Es inmoral que cientos de miles de pobres no puedan satisfacer sus necesidades básicas”, dijo Martínez.
En otra parte de su homilía cuestionó la carencia en la salud pública, pues aseguró que el 50% de los gastos los pagan los familiares gracias a hamburgueseadas y rifas.
Indicó que, según la Secretaría Anticorrupción, entre los años 2016 y 2018, en el sector salud se desviaron más de 2,5 millones de dólares por la actuación de administradores deshonestos.
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Abogó por la reforma agraria, porque indígenas y campesinos hoy son “extraños” en Paraguay.
Resaltó que como cristianos necesitamos tomar conciencia de que en el Chaco paraguayo también están sufriendo porque viven en un inmenso territorio árido, seco, de difícil acceso y escasez de agua. Lamentó que las personas de la zona recorran kilómetros en busca de agua para llevar a sus hogares. Sin embargo, el agua que consiguen no es potable y muchas veces la consumen sucia por sed.
“Nuestros hermanos más pequeños sufren graves privaciones, pasan hambre, pasan sed y si permanecemos indiferentes ante esta situación el Señor nos dirá: ‘Tuve sed y me dieron el vinagre de la indiferencia’”, enfatizó el cardenal Martínez.
Novenario de Caacupé: cardenal habló sobre la triste realidad de los enfermos en Paraguay
En otro momento de su alocución, el cardenal Martínez también se refirió a la triste realidad de los enfermos en Paraguay porque más del 50% de los gastos de salud los pagan los propios enfermos y sus familiares gracias a rifas, polladas y hamburgueseadas.
“Esto implica que los enfermos y sus familias pasan un verdadero calvario. Frente a las carencias y la falta de respuesta de los responsables públicos. Se ha normalizado que los problemas de salud se resuelvan con actividades solidarias de los vecinos”, resaltó.
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Denunció que la corrupción contradice radicalmente la voluntad de Dios, es un pecado personal y social grave, porque roban los recursos financieros que son necesarios para mejorar las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos de la sociedad que pasan hambre y están condenados al analfabetismo o mueren por falta de recursos.
La misa vespertina de las 19:00 será presidida por Mons. Ricardo Valenzuela, mientras que la homilía estará a cargo del fray Édgar Toledo.