Si bien se nota que en casi todo el tramo desde la capital del primer departamento hasta Vallemí, pasando por los distritos de Loreto, Paso Horqueta y San Alfredo, en el distrito de San Lázaro, se taparon los pozos, aun así sigue habiendo baches. Los conductores deben ingresar, si es que el tráfico lo permite, al carril contrario para evitar los pozos.
En algunos casos, los baches recién van apareciendo y el tamaño aún es pequeño, pero en otros sectores de la vía se puede notar que los buracos van ganando profundidad. Esto representa un peligro para quienes circulan por esa ruta y en las noches puede constituir una trampa mortal.
Se puede observar que en ciertos sitios el desgaste del pavimento se extiende por varios metros y se nota que prácticamente ha desaparecido el tratamiento triple que fue inaugurado en 2018.
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En muchos tramos, la ruta está en buenas condiciones para poder tomar velocidad; esto puede ser un factor crucial para los accidentes ruteros, porque en ciertos puntos de la vía aparecen los baches y al caer en ellos o al tratar de evitarlos se puede perder el dominio del vehículo y salir de la pista.
Algunos lugares
Durante un recorrido realizado se pudo constatar que a 83 kilómetros de la ciudad de Concepción y por unos 4 kilómetros se tienen baches peligrosos. Asimismo, a 118 y 119 kilómetros de la capital departamental también existen buracos.La construcción de la ruta Concepción-Vallemí se inició en 2011 y, según cronograma, debían terminar a finales del 2013, lo que no fue posible por diversos motivos, quedando incluso semiparalizada la obra por mucho tiempo, según se informó en su momento. La obra se había adjudicado en cuatro tramos que terminaron costando G. 606.270 millones (US$ 84 millones al cambio actual) luego de adendas a los contratos, según los registros oficiales. De acuerdo con los datos, el Tramo 1 de 51 kilómetros fue ejecutado por el Consorcio Tagatiyá, representado por Emilio Díaz de Vivar. El Tramo 2 tuvo una longitud de 60,06 kilómetros y fue encargado a la empresa T y C SA, de Francisco Griñó. El tercer tramo le correspondió a la empresa Benito Roggio e Hijos SA, representada por Emilio Gill. La longitud trabajada por la empresa vial fue de 58,02 kilómetros. Asimismo, el MOPC licitó y adjudicó en 2017 un cuarto tramo, como obras complementarias. Es un tramo de 21,79 km que se adjudicó al Consorcio Rotec-San Lázaro (integrado por las empresas Benito Roggio e Hijos y Tecnoedil SA).