Alfredo Stroessner: 17 años de la muerte de un dictador cuyos actos quedaron impunes

Hoy se cumplen 17 años del fallecimiento del dictador Alfredo Stroessner en Brasilia, a los 93 años. A pesar de su despótico gobierno de casi 35 años de represión, tortura, muerte y desaparición de personas, Stroessner murió libre, y sin responder por ninguno de esos crímenes. Hasta hoy es idolatrado por algunos de sus partidarios y hasta justificado por políticos paraguayos y extranjeros.

El dictador paraguayo Alfredo Stroessner.
audima

Un 16 de agosto como hoy, pero del año 2006, fallecía en su asilo en Brasilia, la capital de Brasil, el dictador paraguayo Alfredo Stroessner a los 93 años de edad. A pesar de haber gobernado el Paraguay por casi 35 años, sumiendo al país a un régimen de represiones, torturas, muertes y hasta desapariciones forzadas. Stroessner nunca pagó por esas culpas.

Stroessner vivió en el país vecino desde que el 2 y 3 de febrero de 1989, un golpe militar encabezado por su consuegro, el general Andrés Rodríguez, lo derrocara, no sin antes permitirle escapar tranquilamente junto a su familia, sin enfrentar a la justicia por los crímenes que cometió, en la que se convirtió en la dictadura más larga de toda la historia de América Latina.

Stroessner llegó al poder en plena Guerra Fría y participó del Plan Cóndor, un operativo de coordinación represiva de los regímenes militares sudamericanos en los años 70. Tenía captura recomendada en Paraguay por delitos de lesa humanidad, en particular de muerte y desaparición de opositores.

Su muerte se produjo ese 16 de agosto a las 10 de la mañana y provocó la reapertura de muchas heridas que apenas empezaban a sanar en nuestra sociedad. Ese día, su familia debatía la posibilidad de repatriar sus restos, como si se tratase de un héroe, y muchos políticos colorados salieron a justificar su actuar. Muchos hasta hoy lo siguen haciendo.

Tapa del diario ABC Color del 17 de agosto de 2006.

Alfredo Stroessner: ¿Quién fue el “tiranosaurio”?

Stroessner nació el 3 de noviembre de 1912 en la ciudad de Encarnación (algunas versiones indican que fue inscrito en el registro civil de una población fronteriza brasileña), a 370 km al sureste de Asunción. Hijo de un alemán originario de Baviera, Hugo Stroessner, y de la paraguaya Heriberta Matiauda, el “Único Líder” -apodo que le daban sus partidarios- ingresó como cadete militar en 1929 y participó como combatiente en la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia (1932-1935).

De su matrimonio con Eligia Mora, una humilde maestra de escuela, que murió en febrero de 2006 en Asunción, tuvo tres hijos: Gustavo, Graciela Concepción y Hugo Alfredo. Este último murió en 1993 a la edad de 46 años, por ingestión de barbitúricos. Freddy estaba casado con Martha, hija del general Andrés Rodríguez, quien fue el número dos del régimen, antes de ser el autor del golpe que derrocó a Stroessner, el 3 de febrero de 1989.

María Eugenia Heikel, exesposa del coronel Gustavo Stroessner, estimó la fortuna de la familia en unos 300 millones de dólares. El escritor Augusto Roa Bastos (1917-2005), que a causa de Stroessner tuvo que pasar la mayor parte de su vida en el exilio, lo calificaba de “tiranosaurio”.

Publicación de ABC del 17 de agosto de 2006.

¿Cómo llegó Alfredo Stroessner al poder?

Stroessner fue nombrado en 1951 comandante en jefe de unas Fuerzas Armadas que a lo largo del siglo XX se destacaron en asonadas y cuartelazos. Hasta su abrupta ascensión al poder, en menos de cinco años se sucedieron ocho gobiernos militares o de civiles mezclados con uniformados.

El último fue el del propio Stroessner, quien el 4 de mayo de 1954 derrocó al civil Federico Chaves; el nuevo régimen duraría 35 años. Se calcula que entre 1954 y 1989 hubo un millar de desapariciones y asesinatos por cuestiones políticas, en tanto que 2 millones de paraguayos optaron por el exilio político o económico.

Todo el que era considerado enemigo potencial de su régimen era encarcelado o desterrado. El dictador también ofreció asilo a otros dictadores, como el nicaragüense Anastasio Somoza, quien fue asesinado por un comando de guerrilleros argentinos en 1980, en plena Asunción. La búsqueda de los autores de ese atentado es recordado como uno de los momentos más duros del régimen.

Los seguidores de Stroessner bautizaron calles, plazas, hospitales, escuelas, pueblos y ciudades con el nombre del dictador o el de sus familiares. Decenas de músicos le compusieron canciones y escritores a sueldo escribieron poesías y libros exaltando su figura.

Stroessner y Pinochet, dos importantes artífices del Plan Cóndor.

Operativo Cóndor

Stroessner, quien según algunos testimonios, abrigó a criminales de guerra nazis como Josef Mengele, asoció también a Paraguay con la “Operación Cóndor” de cooperación represiva entre las dictaduras de la década de 1970 en el Cono Sur de América.

Resueltamente anticomunista, en su política internacional, esta posición en tiempos de la “Guerra Fría” le permitió a Stroessner obtener una fuerte ayuda de los Estados Unidos y de institutos como el AID y el BID para sus obras (salvo las apoyadas por el Brasil). Con Fidel Castro instalado en el poder supremo en Cuba en 1959, a los Estados Unidos poco les importaban los dictadores latinoamericanos y los ayudó económicamente a todos y a sus respectivas Fuerzas Armadas.

El presidente Carter fue quizá la única excepción: privilegiaba la libertad, los derechos humanos y la democracia. En el orden político interno, en cambio, el anticomunismo de Stroessner tuvo todo el sentido que este quiso darle, definiéndose cada día más como un dictador decidido a serlo por el resto de sus días.

Logró el apoyo absoluto del Partido Colorado, aunque para ello también persiguió dura y aun muy cruelmente a muchas figuras destacadas de ese tradicional partido político, que se sumaron a la legión de personalidades y políticos paraguayos desterrados.

El régimen autoritario en números.

Coloradización del Estado

Por otra parte, en el Paraguay la afiliación al Partido Colorado se convirtió en requisito virtualmente indispensable para cantidad de logros personales. Los oficiales de las Fuerzas Armadas debían contar con la afiliación colorada; los policías y los funcionarios públicos de todo nivel también; hasta las maestras.

La administración de justicia no solo se coloradizó grandemente, sino que se volvió progresivamente menos independiente, sin perjuicio de alguna que otra excepción ocasional, en la Corte Suprema de Justicia. En el profesorado universitario también el hecho de poseer la afiliación colorada ayudaba grande y aun decisivamente para el nombramiento de profesores.

Stroessner terminó con la “guardia urbana” colorada anterior que no permitía que los no colorados circularan por las calles asuncenas después de las 20:00, pero el abuso de poder quedó a cargo de la Policía y aun, en ocasiones, de los militares.

El habeas corpus no rigió. El estado de sitio fue constante: cada tres meses (con apenas unas pocas distracciones de algunos días) era renovado, sin más fundamento que el de que existían organizaciones internacionales que amenazaban la “paz” que, según Stroessner, vivía la República.

Alfredo Stroessner y su ministro del Interior, Sabino Augusto Montanaro.

Libertad de expresión

La libertad de expresión, ya inexistente desde largos años atrás, continuó inexistente bajo Stroessner. No se podía iniciar la publicación de ningún medio de prensa escrita sin autorización gubernativa. La clausura de diarios, como el propio diario ABC Color, y revistas era posible en cualquier momento.

Derogada la Carta Política de 1940, la Constitución de 1967 pareció un progreso: las libertades de expresión y de información eran “inviolables”, pero también podían no serlo si el Gobierno entendía que se predicaba el odio entre los paraguayos o la lucha de clases o si se hacía la apología del crimen o de la violencia, un sistema -se demostró- que hacía que todo dependiera del Gobierno o simplemente de la Policía.

Los partidos políticos opositores -salvo el Comunista- y la Iglesia Católica pudieron editar publicaciones periódicas, pero también cabe señalar que todas estas publicaciones fueron suspendidas o clausuradas (algunas en más de una ocasión) por el gobierno de Stroessner.

En el campo sindical y, en general, en todo tipo de asociaciones sociales (incluso los clubes de fútbol y aun los meramente sociales y culturales), la libertad sufrió severas restricciones. La entidad social de que se tratara -sindical, estudiantil, etcétera- en la que la directiva no fuera alcanzada electoralmente por personas que le respondieran al Gobierno, podía caer bajo persecución en cualquier momento.

En las profesiones universitarias aparecieron asociaciones auto declaradas coloradas, que a menudo alcanzaban mayor trascendencia que las nacionales y apolíticas. Así, por ejemplo, la Asociación de Economistas Colorados, la de Abogados Colorados, etc., que pesaban más que el Colegio de Abogados o el de Economistas o lo que fuese.

Mario Abdo Benítez (izq) junto al cajón de Stroessner.

Reivindicación en tiempos de democracia

La reivindicación a la dictadura comenzó el mismo día de su derrocamiento. Con su muerte en 2006, reaparecieron voces que intentaron justificar la barbarie. Varios fueron los intentos por repatriar sus restos, pero afortunadamente no tuvieron eco hasta hoy.

Entre otros, el expresidente Horacio Cartes es conocido por aquella famosa frase, ante la crítica al stronismo, de: “¿Qué tenés con Alfredo Stroessner? (Risas) ¿Te sacó la novia o qué? Te sacó la novia parece”. Además, Cartes tuvo varias otras alusiones positivas al tirano.

Mario Abdo Benítez, hijo del secretario privado de Stroessner, fue criticado por sus varias alusiones al dictador, en cada oportunidad que pudo, comparó a su gobierno con la cantidad de obras realizadas por el general Stroessner”. Abdo Benítez participó activamente del entierro del dictador, y hasta fue uno de los que llevó el cajón.

El actual presidente Santiago Peña también tuvo sus desafortunadas frases que justificaron la dictadura y nada más y nada menos que la tortura, el asesinato y la desaparición forzada de personas, al decir que fue “un déficit” del gobierno el tema de los Derechos Humanos.

Una de las últimas fotos de Stroessner en su asilo en el Brasil.

Impunidad hasta la muerte

Stroessner murió en la más absoluta impunidad de los numerosos crímenes cometidos durante su gobierno. Hasta el día de su muerte, y hasta hoy, mantuvo el rango militar de General.

Hasta el día de hoy, ostenta aún después de muerto, el título de Presidente Honorario del Partido Colorado.

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