Miembros de la Junta Directiva de la Asociación de Descendientes de Veteranos y Herederos, Enfermeras y Madrinas de la Guerra del Chaco de Luque endirán homenaje mañana a Canuto González, de 107 años de edad, en conmemoración al aniversario 88 de la firma del Protocolo de Paz entre Paraguay y Bolivia.
El acto se llevará a cabo en la sede la Unión Paraguaya de Veteranos de la Guerra del Chaco de Luque, desde las 09:30. El cura rector del Santuario Nuestra Señora del Rosario, monseñor Enrique Meyer, celebrará una misa y también se contará con la participación del Grupo Scoutt.
Canuto González cumplió 107 años en enero y goza de buena salud. Es oriundo de la localidad de San José de los Arroyos y desde 2013 vive en Luque junto a sus familiares. Actualmente se encuentra de visita en Capiatá en la casa de uno de sus hijos. Con frecuencia viaja hasta su ciudad natal durante el verano.
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A los 15 años fue a la guerra
El excombatiente recuerda con tristeza la Guerra del Chaco. Manifestó que cuando fue reclutado solo tenía 15 años. Fue obligado a formar parte del destacamento de combate a cambio de la libertad de su padre, que se encontraba preso en ese entonces.
Intentó huir varias veces de los soldados que reclutaban a los niños y jóvenes para llevarlos a la Guerra del Chaco, pero finalmente decidió presentarse a la comisaría donde su padre, Elías González, estaba detenido a causa de su huida.
“Pasaron tres días y el comisario, que era conocido nuestro, le dijo a mi papá que no lo dejaría libre hasta que yo me entregue. Entonces me dispuse para ir a la guerra y papá volvió a casa”, relató el excombatiente.
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Agregó que, tras alistarse con los demás soldados, abordó cañonero Humaitá con destino a Puerto Casado. “Recuerdo muy bien que éramos muchísimos y la mayoría de 15 y 16 años”, recordó.
Añadió que en el trayecto todos recibieron medallas y cigarrillos. Luego de un chequeo médico recibieron uniformes verde olivo, un sombrero y una manta doblada. También recibieron una bolsa que contenía un plato, una cuchara y un jarro, todos de lata, y 300 balas.
“Nos entregaron como arma un machetillo y un cinturón con 300 balas y el arma de fuego. No sabíamos usar nada, pero así fuimos”, refirió.
Durante su relato recordó a los soldados caídos y la forma en qué, acostados entre matorrales esperaban su turno para atacar. Lamentó también que muchos compatriotas murieran de sed durante el conflicto.
“Fue doloroso ver morir de sed a los compatriotas. No teníamos agua. Podíamos aguantar varios días sin comer, pero sin agua no. Esa fue la mayor necesidad que tuvimos durante la guerra”, expresó.
El excombatiente sufrió una herida en la mano izquierda, provocada por su propio rifle. Debido a la gravedad de su lesión tuvo que volver a su ciudad natal, donde vivió con sus padres Elías González y Marcelina Britos.