La primera bicisenda sobre la calle Palma, en el año 2014, no fue inaugurada como una gran obra ni tampoco formó parte de algún proyecto de alguna autoridad de ese entonces. Más bien, llamó la atención de los comerciantes hasta de los políticos.
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Era lunes 03 de noviembre del 2014, una madrugada con intensa lluvia y una mañana que ya escurría el agua por las calles para dar paso a los trabajadores que llegaban al microcentro. Varios funcionarios se percataban de que una línea nueva estaba pintada sobre la calle Palma, pero no entendían su propósito.
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Consistía en una franja amarilla trazada en una angosta parte de la calle Palma. Pareciera haber sido hecha a pulso por la desprolijidad que demostraba sus líneas en unas seis cuadras de la emblemática calle.
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La nueva bicisenda era breve. Se iniciaba frente a una de las entradas de la Plaza Uruguaya (calle México) y se extendía hasta el Panteón de los Héroes, frente al entonces Lido Bar. Es así que la franja amarilla atravesaba las calles Caballero, Iturbe, Yegros, Independencia Nacional y Nuestra Señora de la Asunción, hasta llegar a Chile.
Se sabía que consistía en una bicisenda porque dibujos de bicicletas también fueron pintados sobre el asfaltado con una flecha que indicaba el sentido de circulación.
No se sabe quién pintó la primera bicisenda
La primera bicisenda sobre la calle Palma fue hecha por manos anónimas en la noche del domingo y madrugada del lunes. El jefe de la Unidad de Marcas y Señales de la Municipalidad de Asunción de ese entonces, Daniel Alarcón, manifestó a ABC que no tenía ningún conocimiento de esa iniciativa.
En ese entonces, la idea de espacios especiales para bicicletas no pasaba de una fantasía y tímidos borradores de proyectos de varios ciudadanos y organizaciones. En la ciudad ya existían ciclovías, como la de la avenida Boggiani, que fue inaugurada en el año 1997, pero que era más utilizada por peatones.
Una red de bicisendas de 31 kilómetros, financiada con una donación
Ahora calle Palma ya tiene una bicisenda oficial, que recibe tanto agravios como halagos. Forma parte de una red de 31 kilómetros que tienen un costo de construcción de US$ 800 mil, que provienen en un 100% de una donación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), según informaron de manera conjunta los responsables de AMABICI.
Algunos pobladores celebran como una oportunidad para la movilidad alternativa ante el deplorable estado del transporte público y la superpoblación de vehículos a motor, mientras que los frentistas la ven como un obstáculo para que los compradores pueda llegar a los locales, a pesar de que el estacionamiento está prohibido sobre Palma.