Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía recordando a la población que todos somos la luz del mundo. “Dios nos ilumina con sus palabras, y nosotros tenemos que iluminar nuestro alrededor”, refirió.
Señaló que nuestra tarea es hacer ver la presencia luminosa de Cristo desde el interior de nuestro templo, disminuir lo oscuro de nuestra naturaleza corrompida y egoísta con el fin de que Dios pueda interceder y manifestarse a través de nosotros. “Somos nosotros los que debemos ser los testigos que dan luz y sabor a la vida”, dijo monseñor.
Resaltó que existen actitudes que debemos tener siempre en cuenta, como la bondad, la amabilidad, la misericordia y la generosidad. “Seamos testigos de los hombres como nos lo pidió Jesús”, instó.
Aumento de violencia
El obispo Valenzuela habló sobre el aumento de la violencia en las diferentes generaciones. Cuestionó la triste realidad que se vive en el Paraguay y recordó que solo en el mes de enero se registraron 1.130 denuncias de abusos a menores. “Familias que olvidaron resguardar a sus niños, ¿qué nos está pasando?”, se preguntó.
Mencionó que estamos en una época en que también abundan los casos de feminicidio. “Últimamente, las novias, esposas, concubinas o las ex son víctimas de ese flagelo. Esto nos deja pasmados, atónitos... ¿Qué está ocurriendo en nuestro país?”, cuestionó.
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Recordó lo que una jueza dijo ante los numerosos casos de feminicidio que se cometen de forma consecutiva en nuestro país: “‘El lugar más inseguro para una mujer es su propia casa, su hogar’. Esas fueron las palabras de una jueza que me dejaron impactado y duelen porque puede estar en lo cierto, por la cantidad de violencia que hay en la sociedad”, agregó.
“Para los hijos de la oscuridad no hay Dios, no hay humanidad y para mañana se espera, y esperamos todos también, la justicia para Fernando Báez”, añadió.
“Qué difícil y dura resulta ser la realidad que estamos viviendo en estos últimos tiempos”, expresó Mons. Valenzuela. Indicó que habla de estos temas porque parece que hoy en día todo se nos escapa de las manos. “Esto tiene que conmovernos, se tiene que interpelar nuestra conciencia para cambiar”, sostuvo.
Manifestó que no puede ser que los hijos de la oscuridad nos estén ganando terreno; debemos ser luz para el mundo y para la Tierra. “Jesús nos habla de la luz real para que nos alumbre. No olvidemos que hay prepotencia y arrogancia que debemos eliminar inmediatamente de nuestros hogares”, resaltó.
Primero en la casa, ser testigos de Cristo es ley; no nos avergoncemos de instaurar nuestro testimonio de Dios. “Debemos ser personas luminosas, tenemos que dar luz al mundo, porque justamente la humanidad ya no sabe qué hacer con estas luces apagadas, esta es nuestra misión, el cambio está en nosotros”, puntualizó monseñor Valenzuela.
En la jornada dominical se pudo observar una concurrida participación de jóvenes, niños y adultos, fieles que llegan al santuario desde diferentes localidades con sus familias para ser bendecidos. Estuvieron presentes feligreses de Ciudad del Este, Caaguazú, Fernando de la Mora y Capiatá. Animó el Coro permanente de la Basílica de Caacupé.