La familia fue el punto principal de la homilía de la misa central este jueves 8 de diciembre en el Santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé. Monseñor Ricardo Valenzuela la resaltó como elemento fundamental de la vida social. “La familia paraguaya necesita de valores debido a que hoy el problema es antropológico y no podemos volcar en la moral lo que no entendemos que somos nosotros”, planteó.
Agregó, en ese sentido, que los ciudadanos deben hacer introspección, revisando sus realidades, valores, límites y miedos. “Sabemos que persisten entre nosotros las fuerzas del mal y del pecado, que minan y destruyen nuestra convivencia ciudadana y afectan a la comunidad de fe”, indicó.
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“De hecho, la pérdida del sentido ético y del bien común, los distintos ámbitos de corrupción aún imperantes, la dinámica de la droga y su tráfico, las situaciones de extrema necesidad de los campesinos y obreros, los atentados contra la vida de tantas personas inocentes e indefensas, claman por la liberación integral del hombre paraguayo. Redoblamos nuestro llamado a asumir posturas que ayuden a erradicar dichos males que hieren a la familia”, enfatizó monseñor.
“La familia está fracturada”
Valenzuela hizo énfasis en que la familia hoy está fracturada debido a que no se tienen raíces profundas de la fe. “Porque tenemos volteados nuestros valores y prioridades, trabajamos sin descanso por una casa, un auto, unos bienes perecederos, y ponemos nuestro corazón y nuestras metas en esas cosas pasajeras y superfluas, porque ha dejado de alimentarse de la savia de las raíces profundas de su fe”, consideró.
Dijo que Dios quiere que sus hijos vivan bien, pero ese vivir bien no se puede medir solo desde lo material. “También requiere desarrollarnos como personas, como comunidad, en la dimensión espiritual y social”, planteó.
Agregó que la familia está herida debido a que no se inculca en los hijos el amor a Dios y al prójimo. “Porque no aceptamos que nuestros hijos sean personas con defectos y necesitadas de corrección. Porque no toleramos que se les llame la atención y nos comportamos como fieras cuando alguien los llama al orden”, declaró.
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En la homilía también recalcó que la familia está herida debido a que no “sabemos perdonar”, porque se cree más en la enseñanza del mundo que en las promesas de Dios; también “está herida” porque se ha caído en la trampa de considerar el matrimonio como “algo desechable”.
“Está herida porque sacamos a Dios de nuestro corazón, porque relativizamos la verdad, porque nunca hay tiempo para orar, porque aceptamos y normalizamos la infidelidad, el maltrato verbal y físico, porque humillamos a nuestra esposa o esposo delante de nuestros hijos o nuestros amigos. Porque guardamos silencio ante el pecado y la maldad”, indicó.
En ese sentido, refirió que es tiempo de ser mejores familias, de reconocer humildemente nuestros errores y de dar lo mejor de nosotros mismos. “Y para eso necesitamos la gracia de Dios. Un Dios que no nos Juzga por las apariencias ni nos pide algo que antes no nos da Él primero. Porque Dios es bueno, Dios es amor de verdad”, indicó.
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“Se está atacando a la familia”
Así también, el obispo de Caacupé hizo referencia a las polémicas surgidas por temor a la “ideología de género” en la transformación educativa.
“Es cierto que desde afuera están atacando a la familia como institución básica, con el poder político, con el poder financiero, con las ideologías, pero de esa chispa comienza el fuego con las hojas secas que les dejamos en el camino a los que amenazan nuestra cultura, nuestra identidad. Si nosotros fortalecemos a diario nuestro hogar y le pedimos a Dios que sane nuestras heridas familiares y buscamos la reconciliación, volveremos a fortalecernos como paraguayos y no podrán con nuestra nación, no podrán destruir la obra de Dios, no podrán destruir a la familia paraguaya”, indicó.
Finalmente, dijo que el futuro depende de las familias, que llevan consigo el porvenir de la sociedad. “Su papel fundamental es el de contribuir eficazmente a un futuro de paz y, sobre todo, debemos dejar a Dios reinar con su amor gratuito en nuestro hogar”, sentenció.
La Virgen convoca a los laicos
Por otra parte, al iniciar su homilía, el obispo destacó la figura de la Virgen María, que se refleja en las comunidades diocesanas y la Iglesia paraguaya. “Se refleja en María como en su modelo sublime y la contempla con la esperanza de que se apliquen a ella las palabras que Jesús pronunció un día: ‘¡Dichosa tú, que escuchas la palabra de Dios y la practicas!’”, expresó.
Añadió que es importante crecer en la unidad y el espíritu misionero. “La Iglesia invita a los laicos a salir a las calles, a entrar en cada rincón de la sociedad, a llegar hasta los límites del barrio, a la ciudad y socorrer al que sufre… Esta es la Iglesia de Dios, que se levanta para salir al encuentro del otro sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida”, exhortó.