Monseñor Guillermo Steckling manifestó que es muy importante hablar sobre la mujer en la Iglesia en Caacupé, a los pies de la mujer más grande de la historia. Agregó que en Caacupé es fácil darse cuenta de que, después de Jesucristo, una mujer, María, ocupa el lugar más alto en la Iglesia.
Así también, recordó que aprendimos que la mujer paraguaya ha demostrado su gran valor después de aquella guerra de 1870 y también cuando el papa Francisco dijo: “Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.
Señaló que hay que bajar a la realidad de cada lugar y dijo que debemos cuestionarnos si realmente en la Iglesia las mujeres consiguen llegar al puesto que les corresponde.
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Resaltó que existe un despertar generalizado en cuanto a la dignidad de la mujer y aseguró que eso es notable, pues en todos los lugares está ganando espacio: en el trabajo, en la empresa, la política, la Policía, entre los militares, etc.
El obispo resaltó que desde hace décadas la mujer lucha por sus derechos, que son justos, y los resultados llegan lentamente.
Steckling indicó que en la Asamblea Eclesial siempre se enfatiza el gran dolor que se genera por la violencia contra las mujeres en todas sus manifestaciones, porque son muchas las que sufren el machismo eclesial, social y cultural, así como los feminicidios.
“Nos duele profundamente la violencia intrafamiliar a la cual muchas veces nos hemos acostumbrado”, expresó.
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Feminismo
El obispo Steckling también habló sobre el feminismo y dijo que existe otro feminismo que no coincide con la fe y las costumbres cristianas. Agregó que cada época y cultura tienen sus ideologías que no corresponden a la Palabra de Dios y la tradición del Magisterio. “Estas maneras de pensar están bien presentes entre nosotros”, apuntó.
Recordó que hay épocas y culturas que quieren considerar a la mujer como poco más que una esclava, y si la mujer no acepta este rol, se reacciona con violencia y a veces la violencia llega hasta el feminicidio, que no se debe permitir.
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El obispo sostuvo que en la época actual se debe transformar la sociedad a través de una nivelación para que haya equidad, “estando todos a la misma altura en dignidad, porque la verdad es que no somos uniformes, no existe la igualdad”. Refirió que la historia enseña que hay que resistir a las ideologías y en esa resistencia la oración tiene un papel muy importante.
Al referirse al Año del Laicado y en el tiempo sinodal, invitó a los mujeres a cuestionar cómo se sienten dentro de la Iglesia.
Al finalizar su homilía, el obispo pidió tomarse el tiempo necesario para meditar y hablar, porque es primordial hacer cambios profundos. “El tiempo es más importante que el espacio”, agregó e instó a avanzar al paso de María, porque su importancia no deja de crecer en toda la historia de la Iglesia.