Las denuncias señalan que los controladores cierran el paso sobre el puente, que se mantiene vacío de vehículos, mientras se extiende la fila en tierra. Esta situación es creada en forma intencional, para permitir que los controladores “arreglen” el adelantamiento con los conductores que pagan por adelantarse en la cola, según las quejas.
Esta modalidad de los adelantamientos indebidos, sin embargo, es implementada por los propios paseros, que tienen una red de comunicación vía WhatsApp a través del cual dejan espacios en la fila y avisan a sus contactos para que se metan en esos espacios habilitados por ellos mismos. Esta modalidad es aplicada tanto en el lado paraguayo como en el de Posadas, y ha sido motivo de conflictos y enfrentamientos a puños entre conductores.
Tras la reapertura del viaducto internacional luego de casi dos años de cierre por la pandemia del coronavirus se retomó la antigua práctica del contrabando hormiga, modalidad económica característica en esta frontera y a la que se decidan cada vez mayor cantidad de personas, empujadas por la crisis económica y la escasez de trabajo.
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Pero la situación adquiere ribetes dramáticos desde hace unos meses, con el “boom” de traer combustibles desde Posadas y venderlo en el mercado informal local. En la actualidad, y a cualquier hora del día, cruzar el viaducto de tres kilómetros sobre el río Paraná se volvió una verdadera tortura física y sicológica para el pasajero, que debe pasar horas haciendo fila de tres a cuatro kilómetros, mientras sufre el acoso de vendedores ambulantes y “motoqueiros” que ofrecen “transar” con los controladores de tránsito o el personal de seguridad en la cabecera del puente para adelantarse en su posición, mediante el pago de sumas de dinero que oscilan entre los 1.000 a 4.000 pesos argentinos, dependiendo de la “cara del cliente”.
La diferencia cambiaria y los bajos precios en artículos de consumo masivo como alimentos, hortalizas, bebidas, materiales de limpieza, a los que se suman los combustibles para vehículos con un rango del 40 por ciento más barato en todos los tipos, es un poderoso atractivo para que la gente se vuelque masivamente a cruzar el puente.
Motivos de seguridad
El hecho de mantener el viaducto con pocos vehículos encima obedece a una cuestión de seguridad, para evitar la sobrecarga estática sobre el viaducto, y también a una cuestión humanitaria, responden los funcionarios de Prefectura, encargados de la seguridad en el puente.
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Existe un acuerdo con la parte argentina del control en el puente para liberar los vehículos en tandas, para evitar que se acumulen sobre la calzada del viaducto. Además, se da una cuestión humanitaria y de salubridad. Mucha gente que está durante horas haciendo fila sobre el puente se vio en la situación de tener que hacer sus necesidades fisiológicas sobre el puente, a la vista de todos, explicaron.
Respecto de que se cobra para dejar pasar, los uniformados negaron tal situación. Nosotros controlamos la barrera, lo que pasa a lo largo de la fila no es de nuestra competencia, indicaron. Admitieron que en algunos casos de necesidad médica, o alguna otra circunstancia humanitaria, permiten el paso en forma excepcional.