Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía centrándose en la importancia que debemos otorgar a mantener viva nuestra fe. Asimismo, manifestó que la fe es una virtud que tenemos que fortalecer con la oración.
“El justo vive de la fe y sucumbirá quien no tenga el alma recta y, aun cuando en ocasiones parezca que triunfa el mal, recuerden que solo es vencedor aquel que se mantiene en la fidelidad al Señor”, dijo.
El obispo también resaltó que se debe tener paciencia para alcanzar el cielo, porque “vivir de fe es entender que Dios nos llama cada día, a cada momento, a vivir la vida con alegría, sentir que somos hijos de Dios siendo pacientes”.
Refirió que todos debemos entender que “Dios es nuestra fuerza” y recalcó que todos podemos dar el testimonio del Señor Jesucristo, manteniendo intacta la fe como cristianos.
Así también, mencionó que la oración es el respiro que alimenta nuestras creencias, porque la oración es una relación de confianza que debemos fortalecer. “En nuestra vida nunca tiene que faltar la oración”, expresó.
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Igualmente, el obispo indicó que tenemos que “sacar fuerzas para rezar siempre con amor”, porque necesitamos una fe firme que nos lleve a alcanzar las metas. Señaló que solo con la oración y la fe podremos superar cualquier obstáculo y lograr cualquier objetivo. “Seamos firmes en nuestra fe para lograr nuestras metas”, alentó.
Monseñor indicó además que uno tiene que buscar a Dios en todos los acontecimientos y que debe contemplar a Jesucristo con fervor. Refirió que muchas veces las dificultades, como las cuentas acumuladas, la pobreza y otras necesidades, hacen que muchos pierdan la fe, pero aseguró que en esos momentos difíciles es cuando más se tiene que fortalecer la fe.
Hay que ser constantes, porque la paciencia, la perseverancia y la fe ayudan a llegar a los objetivos. “Miremos con esperanza el futuro, no todo está perdido. Mientras haya alguien que dé un paso para hacer el bien ya hay esperanza abierta, y eso nunca tenemos que perder. Hagamos surgir de lo profundo de nuestro interior toda la luz del bien”, enfatizó.
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Durante su homilía también recordó que hace unos días observó a una pareja paseándose y mencionó que el marido le dijo a su señora que era mucho más linda que las flores de la primavera y en ese momento pudo visualizar el corazón alegre de la mujer, pues “con una palabra el hombre le dio vida a su señora y alegró su corazón”.
Monseñor dijo que esas son las cosas buenas que tenemos que practicar con el prójimo, y mucho más si es alguien cercano.
“Aumentemos la fe y la esperanza, que son un don de Dios”, reiteró.
Finalizando su homilía, el obispo recalcó que no olvidemos esta frase: “Si Dios te deja caminar sobre las tempestuosas aguas, no dudes, no tengas miedo, porque Dios está contigo. Solo reza, ten fe y no te preocupes, porque el Señor misericordioso siempre escuchará la oración”.
En la jornada se pudo visualizar una concurrida participación de los fieles y visitantes que acuden de diferentes puntos del país. Estuvieron presentes varias familias, compuestas por padres, hijos y abuelos, para ser bendecidas por la Virgen de Caacupé y escuchar la santa misa dominical.