Ni los indígenas ni ningún manifestante ocupa actualmente la Plaza de Armas, por lo cual ya no hay argumentos para que siga presentando un estado de abandono. La última comunidad que acampó en el lugar, y que lo hizo durante siete meses, dejó la zona hace unos días atrás.
Sus integrantes, al hacerlo colectaron todos los desechos y los colocaron en una esquina, al costado del Congreso. De allí debían ser recolectados por la Municipalidad de Asunción, que todavía no lo hizo.
A esto se suma la tierra de la plaza, en la que aún no se hizo ningún tipo de trabajo para que mejore, y se ve con rastros de fogatas, sin pasto, sin flores, siendo un paisaje lúgubre el que presenta el histórico espacio público.
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Pero no solo la plaza, cuyo abandono las autoridades venían atribuyendo a la ocupación de comunidades indígenas que allí estaban viviendo, está en tristes condiciones.
Frente al Cabildo, edificio patrimonial de relevante valor histórico, la imagen que transmiten el Gobierno Nacional y la Municipalidad de Asunción es de completo abandono.
La avenida República, que cruza frente al Cabildo, se encuentra con baches de importante tamaño, donde el agua estancada es la constante. Además, a un costado del edificio, un caño roto desperdicia litros de agua potable desde hace semanas.
El líquido vital se junta con agua servida y cloacal, que se acumula y se enmohece en la vía pública, que no solo suma al estado de abandono sino que despide un fétido e insalubre olor.
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Al igual que ocurre en otras zonas de Asunción, el agua estancada y los baches ya llevan meses, pero pese a las denuncias de la población y periodísticas, las autoridades nada hacen por mejorar el lugar que, además de gestas ciudadanas de relevancia histórica, fue testigo de la Independencia Nacional, en 1.811.