La primera gran contradicción que planteó la disputa se asentaba en un hecho incontrastable: que el Chaco era un extenso territorio absolutamente desconocido para las partes en conflicto. Con más de 290.000 kilómetros cuadrados (una superficie cinco veces mayor que la de muchos países de Europa), aunque sin otra población que la de sus habitantes ancestrales, guaicurúes, payaguáes y entidades originarias de las mismas características; hostiles e indoblegables desde los tiempos de la colonización española. Una región en la que hasta el clima había conspirado contra todo intento de ocupación: con sequías prolongadas o arrasadoras lluvias, calores inclementes como fríos extremos. Solo en sus bordes ribereños con el río Paraguay pudieron instalarse aserraderos, saladeros, puertos, para vender o exportar las riquezas de su profundo y desconocido interior. Hasta que agregaría a sus inconvenientes el fragor de las armas. El Chaco se constituía entonces casi en un anticipo del infierno bíblico.
Tras el arreglo de límites impuesto por los gestores de la Triple Alianza contra el Paraguay, el que culminó con la sentencia del arbitraje del presidente Rutherford B. Hayes, se sucedieron los sucesivos intentos de paraguayos y bolivianos para el arreglo pacífico de sus límites. En 1879, se inauguraban aquellos intentos con el Tratado Antonio Quijarro/José Segundo Decoud. Isaac Tamayo y Benjamín Aceval firmaron otro en 1887. Le siguió el Tratado Thelmo Ichazo/Gregorio Benítez en 1894. Y ya en el siglo XX, los intentos siguieron con los de Soler/Pinilla (1907) y Ayala/Mugía (1913).
Ninguna de las propuestas derivadas de estos encuentros fueron aprobadas por los parlamentos nacionales; y las frustraciones alentaban el sobrevuelo de los “halcones” en cada país.
Sin embargo y durante el transcurso de las negociaciones, el Ejército de Bolivia avanzaba en el Chaco hasta que se produjeron los hechos sangrientos del 5 de diciembre de 1928 en el Fortín “Vanguardia”. Allí perecía el Teniente Aparicio Figari, una de las primeras víctimas del Paraguay en la disputa militar por el Chaco. Ante la agresión boliviana, la respuesta del gobierno de José P. Guggiari fue la “Movilización general”. Tras lo cual, los puestos de enrolamiento se llenaron de jóvenes dispuestos a cerrar filas al llamado de la patria.
Preparativos y guerra…
Después de intensos aunque limitados preparativos, el Gobierno paraguayo estaba dispuesto a recoger los guantes arrojados por el de Bolivia. Y fue la guerra… aunque recién el 6 de marzo de 1933, casi un año después de iniciadas las confrontaciones militares, el presidente Eusebio Ayala fue autorizado por el Congreso Nacional para declararla oficialmente.
El 15 de junio de 1932 se iniciaban los operativos de desalojo de las tropas bolivianas que habían irrumpido en fortines paraguayos. Se recuperaba Pitiantuta, pero caían Toledo, Corrales y Boquerón en los últimos días del mes de julio.
El 7 de agosto se ponía en marcha el operativo para recuperarlos. El sitio de Boquerón culminaría exitosamente el 29 de setiembre, dándose inicio con esta conquista a una ofensiva que culminaría el 6 de noviembre de aquel año con la captura de Platanillos.
A partir de estos éxitos y desde el mismo inicio de 1933, defienden exitosamente el Fortín Toledo, vencen en Nanawa, Pampa Grande y Pozo Favorito. Después, sigue la gran victoria de Campo Vía en diciembre, ya cerrando aquel año.
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Ingresados al año siguiente, en agosto se produce la captura de Algodonal, después Ingavi y en noviembre la victoria en Ballivián. Aquel año no terminaría sin las grandes conquistas en Yrendagüe, Picuiba y Yvyvovo.
El 16 de enero de 1935 se producía el histórico arribo de las tropas paraguayas al Parapití. Sucedía mediante un operativo protagonizado por la 4ª Compañía del II Batallón, bajo el mando del teniente Domingo Bañuelos. Pero se comenzaba a luchar en un terreno completamente desconocido para los paraguayos y alejado de sus bases logísticas: las estribaciones de los Andes. El inevitable repliegue dejó la línea ofensiva en la posición en que la encontró el Armisticio del 12 de junio de aquel año. Fecha que seguimos recordando con emoción.