Iglesia repudia secuestros, guerras y actos terroristas

El arzobispo de Asunción, Mons. Adalberto Martínez, reiteró que la Iglesia repudia el terrorismo y la oscuridad que maquina heridos, muertes, secuestros y guerras. Fue durante la misa crismal que presidió esta mañana con su clero.

Monseñor Adalberto Martínez bendice el crisma, el aceite perfumado que se utiliza en la consagración de los cristianos.ARCENIO ACUÑA
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La misa tuvo lugar en la Catedral Metropolitana. Durante la misma se bendijeron los óleos (aceites) que se utilizarán en la consagración de los cristianos, mientras los sacerdotes renovaron los compromisos que asumieron en el día de la consagración.

Durante la misa crismal, el arzobispo Martínez, bendice los óleos.

Del acto participaron todos los sacerdotes del clero arquidiocesano, así como los arzobispos eméritos Pastor Cuquejo, Edmundo Valenzuela y los obispos Mario Melanio Medina e Ignacio Gogorza.

Durante su homilía, Martínez destacó la misión del sacerdote en el anuncio de la palabra de Dios y en la consagración del pueblo. Destacó que el sacerdote debe ser alegre y valoró a la feligresía que destaca a su sacerdote cuando cumple su misión.

Todos los sacerdotes del clero arquidiocesano participaron de la misa, durante la cual renovaron los compromisos que asumieron en el día de la ordenación.

Durante la misa igualmente se refirió a la consagración de los óleos y en especial del crisma, con el que se unge las manos del sacerdote.

A partir de este detalle, Martínez habló de la importancia de las manos.

“Recordemos, asimismo, que nuestras manos han sido ungidas con el óleo, que es el signo del Espíritu Santo y de su fuerza. ¿Por qué las manos? Las manos del hombre son instrumentos de su acción, son símbolos de su capacidad de afrontar el mundo, de ´dominarlo’. El Señor nos impuso las manos y ahora quiere nuestras manos para que, en el mundo, se transformen en las suyas”, resaltó.

El arzobispo Adalberto Martínez en el momento de la lectura de su homilía.

Constructoras de paz

Seguidamente, indicó que las manos pueden ser instrumentos para realizar el bien y ser constructoras de paz, y también manos que pueden ser garfios del mal, destructoras, generadoras de conflictos y muerte. Agregó: “Ay de aquellas manos que escandalizan a los demás haciendo pactos con el divisor, al demonio padre de la mentira, que busca y alienta discordias para enfrentar unos contra otros”.

“Repudiamos y denunciamos esas fuerzas del mal, terroristas, que en la oscuridad maquinan heridos, muertes y secuestros, guerras”, resaltó.

Al crisma se le agrega perfume para que sea una agradable fragancia.

Seguidamente, comentó el mensaje del papa Francisco que dice: “Dejemos las armas, iniciemos una tregua pascual, pero no para recargar las armas y reanudar la lucha, sino una tregua para lograr la paz, a través de una verdadera negociación, dispuestos incluso a hacer algunos sacrificios por el bien del pueblo”.

Manos que negocian drogas

Martínez se refirió de nuevo a las manos e indicó que hay manos que negocian y trafican personas, drogas y otros ilícitos que causan mayores heridas sociales e inequidades. Manos que hacen trueque de dinero corrupto por sangre inocente. Manos que maldicen.

Recordó a los sacerdotes que Dios quiere “que nuestras manos ungidas sean portadoras de bien, manos llenas de solidaridad con el que sufre, sean como las manos humanas y divinas de Jesús, que tocan y sanan nuestros pecados y enfermedades, manos del Buen Pastor que nos conducen por senderos justos, nos sosiegan, aunque caminemos por valles oscuros de lágrimas, con sus manos Él enjuga nuestras lágrimas y convierte las lágrimas en fuerza y coraje, aun en medio de nuestras propias vulnerabilidades y debilidades”.

Al referirse a la misa crismal, dijo que es muy importante porque los presbíteros están con el obispo para expresar la amistad sacerdotal, en las ayudas solidarias que se prestan y prestaron en este tiempo de pandemia.

“Sabemos que el mundo actual necesita urgentemente la fraternidad. Sin darse cuenta, anhela encontrarse con Jesús. Pero, ¿cómo podemos hacer que se produzca este encuentro? Necesitamos escuchar al Espíritu junto con todo el Pueblo de Dios, para renovar nuestra fe y encontrar nuevas formas y lenguajes para compartir el Evangelio con nuestros hermanos y hermanas”, dijo finalmente.

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