El Jueves Santo los católicos conmemoran la institución de la eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento del amor.
En un mensaje por tales acontecimientos, el arzobispo Martínez señala que el seguimiento de Cristo exige humildad y servicio. “No vine para ser servido, sino para servir, nos dice el Señor. Y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos”, expresa su exhortación.
Según el religioso, esta lección se dirige en primer lugar a todos los que ejercemos algún tipo de responsabilidad como autoridad: eclesial, política, social.
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Aclara que asumir una función de autoridad no significa “mandonear”, no significa tener poder para imponernos sobre quienes están a nuestro cuidado.
Martínez afirma que en lenguaje político se habla de mandantes y mandatarios. “Los que ejercen el poder político son mandatarios, es decir, han sido puestos en sus cargos para servir al bienestar de sus mandantes, los ciudadanos”, afirma su mensaje.
El mandatario
Destaca que los mandatarios no están para servirse del poder, sino son investidos de poder para poder servir. “El mandato es el servicio al bien común de los ciudadanos. La salud, la educación, tierra, techo, trabajo, infraestructura, un ambiente saludable, entre otros, para favorecer a los más necesitados, indígenas, campesinos, niños, jóvenes, mujeres, ancianos, por una vida digna, plena y feliz”, resalta.
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El arzobispo invita a todos los que ejercen cargos de autoridad, y que se consideran cristianos, a un examen de conciencia sobre la coherencia entre su fe y su vida, y aprovechar este tiempo de gracia para acercarse a Dios, con corazón humilde y arrepentido y vivir la Pascua desde la conversión a Cristo.
Mandamiento del amor
“Aquel mismo Jueves, Jesús nos da el mandamiento del amor: ´Ámense unos a otros como yo les he amado´ (Jn 13,34). Él nos ama hasta dar la vida: ésta ha de ser la medida del amor del discípulo y ésta ha de ser la señal, la característica del reconocimiento cristiano”, señala otra parte de su mensaje.
Al referirse al lavado de los píes que hizo a sus discípulos, indica que Jesús dejó muy grabado en los apóstoles el significado de su vida y lo que exigía de ellos que acababan de participar en la mesa eucarística. “Toda la vida de Jesús, desde el principio hasta el final, fue un lavatorio de pies, es decir, un servir a los hombres por amor”, resalta su mensaje.
Servicio y la caridad
Para el arzobispo, el servicio brota de la caridad y es la expresión más grande del mandamiento nuevo.
Finalmente, el arzobispo Martínez, señala que la eucaristía no es sólo un misterio para consagrar, recibir, contemplar y adorar, sino que es, además, un misterio que hay que imitar.