Las economías de América Latina y el Caribe (ALC) van camino a una recuperación tras la crisis de COVID-19, aunque las secuelas de la pandemia persisten y la necesidad de un crecimiento dinámico, inclusivo y sostenible es cada vez más urgente, de acuerdo a un nuevo informe del Banco Mundial, Consolidar la recuperación: aprovechando las oportunidades del crecimiento verde. En el citado reporte, el organismo actualiza sus proyecciones sobre la economía, rebajando su pronóstico a 1,5% desde 4% que estimaron anteriormente.
La fuerte reducción en las expectativas obedece al impacto de la sequía, la mayor observada en 60 años, que afectó fuertemente a la producción primaria. Esta situación se ve agravada por una inflación mayor a la prevista, ahora exacerbada por la presión de los productos primarios y la menor actividad económica mundial surgida de la agresión rusa, destaca el documento.
Cabe mencionar que el FMI también redujo su pronóstico de crecimiento del PIB desde 3,8% a solo 0,3%, por las mismas razones. La proyección más pesimista hasta ahora es la de la consultora Itaú Macro que prevé una caída del 1,7% del PIB para el presente año; mientras que las cifras oficiales se mantienen por ahora en 3,7%, aunque el BCP ya adelantó que habrá un ajuste con sesgo a la baja.
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Menor crecimiento regional y alta inflación
En cuanto al contexto regional también hubo un ajuste a la baja y luego de un rebote de 6,9% en 2021, se espera que el PIB de la región crezca solo 2,3% este año y un 2,2 % en 2023. Estas modestas proyecciones colocan al crecimiento regional entre los más bajos del mundo en un momento en que la región enfrenta grandes incertidumbres, como la posible aparición de nuevas variantes del coronavirus, un aumento de la presión inflacionaria y la guerra en Europa, que amenaza la recuperación mundial. De hecho, la previsión de crecimiento regional fue revisada a la baja en 0,4 por ciento tras la invasión rusa de Ucrania.
“Nos encontramos en un entorno mundial de gran incertidumbre, que podría impactar en la recuperación post pandemia. No obstante, a largo plazo los desafíos del cambio climático serán aún más apremiantes, lo que nos obliga a avanzar de forma urgente hacia una agenda de crecimiento más verde, más inclusiva y que eleve la productividad”, dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
De acuerdo al informe, es imperativo poner en marcha una serie de reformas a favor del crecimiento en infraestructura, educación e innovación, y las inversiones más importantes deben financiarse a través de un gasto más eficiente y mayores ingresos fiscales. Pero estas reformas tan necesarias deben responder a los grandes acontecimientos que están configurando la economía mundial, incluido el cambio climático
Inflación creciente a nivel mundial y local
La inflación en la región oscila en torno a 7%, suscitando el temor de que los contratos salariales incluyan cláusulas inflacionarias que deriven en una espiral de precios de difícil contención. Tanto la inflación general como la inflación núcleo exceden las metas de los bancos centrales de toda la región, tensando los presupuestos familiares y elevando la pobreza. Las autoridades se han vuelto más agresivas en términos de subas de las tasas de interés, con efectos concomitantes debilitantes sobre la recuperación.
A nivel local el escenario es similar con una inflación que ya alcanzó los dos dígitos en marzo último (10,1%), la más alta variación en el Índice de Precios desde mayo del 2011. Ante esta presión inflacionaria, el BCP ha reaccionado con varios ajustes a la alza en su tasa de política monetaria que actualmente está en 6,25%.
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Desastres climáticos empujarían a millones a la pobreza
En los últimos veinte años, subraya el informe, los países de América Latina y el Caribe perdieron el equivalente a 1,7% de su PIB anual a causa de los desastres relacionados con el clima, mientras que unas 5,8 millones de personas podrían caer en la extrema pobreza en la región para el año 2030.
Añade además que la agricultura probablemente se vea seriamente impactada, con una reducción en los rendimientos de los cultivos en casi todos los países, mientras que la estabilidad de la generación de energía se verá afectada por cambios en el ciclo hidrológico.