Asunción, la ciudad del caos (2)

La ciudad que habitamos vive sus cambios con grandes obras viales, viaductos, túneles, costaneras y edificios de altura. El conglomerado que parece librado al azar está sobre un suelo que padece la falta de alcantarillas y los “paisajes” sin árboles, ni césped bajo fuertes tormentas.

Empieza a construirse el viaducto en Costanera sur, que se observa desde el río Paraguay.Mirtha González Schinini
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La ciudad de Asunción sitiada en sus plazas, ahogada por los raudales y con tanta suciedad como vemos al caminar por sus calles parece gritarnos su imperiosa necesidad de pensarse como un lugar para vivir.

Las futuras sedes de los ministerios, en el puerto de Asunción, cubiertas por el humo al atardecer.

En los extremos de costaneras aparecen gigantescos viaductos como el que será el de la Costanera sur, y que vista desde el río ofrecerá una postal muy diferente junto al cerro Lambaré.

La capital del Paraguay crece de forma desordenada, sin un norte hacia donde debemos apuntar para que funcione para la gente, y tenga una estética que la distinga. Algunas ideas son factibles, pero hay que implementarlas desde el subsuelo.

Una ciudad rediseñada con un plan que abarque el área metropolitana es lo que propone la Arq. María Celeste Pereira Cubilla, magíster en Diseño Urbano, por la Universidad de Barcelona.

Y amplía el concepto: “lo más sostenible es irnos hacia arriba”, en alusión a las viviendas en altura.

La nueva ciudad debe pensarse “desde el subsuelo a la hora de construir edificios, será planificada y rediseñada pero de manera metropolitana. Asunción con sus municipios será la nueva ciudad”.

Sin embargo, “no tenemos un plan renovado, solo un plan regulador de los años 90 que necesita modificarse”, sugiere.

Hacia arriba

La profesional remarca que Asunción tiene que ser repensada y rediseñada, y añade, “lo más sostenible es irnos hacia arriba, aunque la ciudad se empieza a proyectar desde el subsuelo para arriba. Sin infraestructura no se puede”, afirma tajante.

“La capital tiene una media de 50 habitantes por hectáreas en un barrio como Las Mercedes, y esta expulsando a su gente hacia Luque. Estas personas trabajan lejos de sus casas y así se incrementan los tiempos de transporte. No es una calidad de vida la que buscamos”, reflexiona.

Según su análisis “existen corredores viales que pasan por grandes vías, las avenidas Artigas, Mariscal López, por ejemplo, ahí es donde se tiene que densificar y vivir en altura”.

Asímismo ahí se potenciará el comercio en las plantas bajas, para que sea una vida compacta en una con mezcla de usos.

Muy cerca estarán supermercado, farmacia, los habitantes de los edificios tienen que tener todo a mano, sin necesidad de usar el vehículo, según Pereira Cubilla.

Una ciudad “caminable”

Otro de los aspectos a incorporar es que Asunción sea “caminable”, y empecemos por las veredas. También potenciar el transporte público metropolitano, que sea asequible y conecte realmente.

Insistió en que los autobuses no contaminen. ¿Es imposible? La profesional cree que no.

Los grandes raudales de siempre, y los numerosos pozos ciegos contaminan con desechos el subsuelo y se reemplazarán con cloacas, desagües pluviales, y cables soterrados. Ahí empezamos y luego diseñamos los edificios para vivir en altura, consigna.

Otro tema alude a la visibilidad de los edificios históricos, ya que a veces se corta la visual porque se interponen carteles gigantes o son violentados por delincuentes.

La arquitecta refiere los Bañados, los indígenas, y se pregunta ¿por qué no se hacen estudios de cuánto cuesta cada inundación? “Es mejor resolver de una vez”, subraya.

“Perdemos habilitabilidad, seguridad, y lo único que surge es la idea de ‘no me quiero ir allí’. Es tan horrible, tenemos el centro histórico más feo, con cauces hídricos contaminados”, se arriesgó a decir.

“Asunción tiene cáncer, hicimos metástasis y es hora de resolver con alineación de actores, sociedad civil, la academia, el sector público y privado. Tenemos que ir unidos para una mayor calidad de vida”, puntualizó.

Las tormentas y el paisaje

Consultamos también a la paisajista Laura Benza, quien aportó que teniendo en cuenta el gran perjuicio que cada tormenta deja, insta a la ciudadanía a emprender acciones prácticas, que no lleven mucho tiempo ni costo económico.

No hay vuelta que dar, “básicamente el problema es que a mayor poda, destronques, y falta de verdor aumenta la llegada directa del agua de las lluvias a nuestro suelo. Sin protección de verde se vuelve seco y polvoriento primero y con el agua sufre la erosión.

“Cuando cae la lluvia y no hay vegetación para sostener la tierra se produce el deslizamiento, y de ahí todo lo que sufrimos con estos fenómenos, que con previsión se lograría que lleguen a gran magnitud”, acota.

La paisajista aconseja plantar árboles en las veredas y en nuestra casa, ellos brindan sombra y protegen los suelos. En los jardines plantaremos calas, bambú, lazos, mentas, hiedras y dracena.

Y no olvide que el césped es un excelente filtro de aguas pluviales.

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