El tema tratado hoy fue: “El laico en la búsqueda del bien común, en la defensa de la dignidad humana” y, con respecto a esto, monseñor Edmundo Valenzuela habló de los violadores, de los atropellos a la dignidad y de las ideologías de género que van contra la dignidad de las personas.
“La dignidad humana significa que un individuo siente respeto por sí mismo y se valora, al mismo tiempo que es respetado y valorado. Implica la necesidad de que todos los seres humanos sean tratados en un pie de igualdad y que puedan gozar de los derechos fundamentales que de ellos derivan. La persona que se comporte con respeto ante la sociedad merece respeto. Una persona que tenga moderados sus comportamientos nadie nunca le faltará los respetos. Una persona que respete los derechos de los demás individuos se le concederá el respeto de los mismos”, aseguró monseñor Edmundo Valenzuela durante la misa novenaria en Caacupé.
Agregó, por otro lado, que las estructuras sociales, económicas y políticas deben defender a la persona humana, en especial a los más desamparados.
“Todas las estructuras sociales, económicas, políticas, culturales, religiosas están para defender la dignidad de toda persona humana. A nivel civil, la misma Constitución Nacional, las leyes y todas las disposiciones jurídicas de nuestro país están para defender, proteger, promover la persona humana y su dignidad. A nivel eclesial, la misma Iglesia, por mandato de Jesucristo, está para servir a la persona humana, buscando su realización como hijo de Dios, ofreciéndole los medios de santificación para lograr su salvación eterna”, puntualizó el religioso.
Por otro lado, dio un rotundo no al aborto, a la eutanasia y a la explotación laboral, porque atentan contra la dignidad de las personas. “No al aborto, no a la eutanasia. No al trabajo sin salario justo. No a la explotación de tratas de personas. No a la violencia a la mujer, a los niños y adolescentes, muchos de ellos abandonados y en la calle. No a la violencia contra los pobres, los campesinos, los indígenas . No violentemos la verdad haciéndola aparecer mentira, ni el mal disfrazándolo de bien”.
Habló también sobre la labor de la familia como una primera escuela de la sociedad en donde se enseña los valores éticos, espirituales y culturales para el bienestar de los miembros de la sociedad.
“Con la labor educativa, la familia forma al hombre en la plenitud de su dignidad, constituye una comunidad de amor y de solidaridad que es manera de enseñar y transmitir valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, esenciales para el desarrollo y el bienestar de sus mismos miembros y de la sociedad. La familia contribuye al bien común y constituye la primera escuela de virtudes sociales de la que todas las sociedades tienen necesidad, ayuda a que las personas desarrollen su libertad y su responsabilidad, necesarios para ser ciudadanos libres, honestos y responsables”, detallo monseñor Valenzuela.
Por otro lado, dijo que el Estado también debe velar por el bien común, respetando por sobre todo el marco jurídico adecuado para regular las relaciones económicas y sociales.
“El Estado también es una institución de bien común que tiene como tarea fundamental en el ámbito económico definir un marco jurídico adecuado para regular las relaciones económicas, promoviendo el bien común, disponiendo y practicando una política económica que favorezca la participación de todos sus ciudadanos en las actividades productivas, en el equilibrio entre libertad privada y acción pública. También la política, al igual que la economía, se rigen por la ética y las normas morales, el objetivo de fondo será el de guiar estos procesos asegurando el respeto de la dignidad del hombre y el desarrollo completo de su personalidad, en el horizonte del bien común”, dijo el religioso.
Finalizando con su reflexión, manifestó que en el año dedicado al laicado nos orienta a trabajar por la dignidad humana, sobre todo en situaciones amenazadas por la violencia, la pobreza y la explotación, por la defensa de la dignidad humana, la búsqueda y promoción del bien común como tarea de todos: ciudadanos cristianos, abiertos a los fines últimos de la persona y del bien común universal de la entera creación.