El lanzamiento se realizó en el domicilio de la familia Talavera Zmuda de Tañarandy, distrito de San Ignacio. Asistieron autoridades municipales encabezada por la intendenta Cristina Ayala (ANR), así como representantes de la Iglesia y directivos y técnicos del Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch (Cepag). También miembros de la organización Moirû (Unión) y de las mujeres protectoras de semillas nativas y autóctonas. La bendición del acto estuvo a cargo del padre Máximo Mendoza, en nombre de la Iglesia Católica.
Desde hace dos años, unas 12 mujeres trabajan de manera conjuntas para la protección, rescate y multiplicación de semillas nativas y autóctonas de los rubros agrícolas, hortícolas y fructícolas. En la actualidad cuentan con una casa de semillas instaladas en la compañía Tañarandy.
El proyecto es impulsado por Cepag, dentro del marco social de los jesuitas en el Paraguay. Además recibe el apoyo de la Comisión ODS Paraguay, la estrategia Nacional de Innovación (ENI), Wendá y el Laboratorio de Aceleración del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD-MOIRU).
Cepag a través de sus técnicos acompaña de forma contínua a las mujeres en el desarrollo de la agricultura familiar, educación y participación ciudadana en las políticas públicas.
Justificación
Las semillas nativas y autóctonas se encuentran desprotegidas y sin trabajo de acompañamiento a lo que se refiere a control, producción, cuidados post cosecha, almacenamiento, uso y comercialización. Frente a esta problemática se busca construir alternativas de desarrollo a través del rescate, la producción de semillas de especies y variedades nativas para la seguridad alimentaria.
Dentro del proyecto se trabaja en cinco ejes estratégicos que son: aumento de la biodiversidad, rescatar, seleccionar y potenciar variedades locales que tengan características de adaptación al lugar.
La alimentación sana se logrará mediante el rescate y uso de semillas nativas que se produce en la finca. El propósito es garantizar la seguridad alimentaria y la reducción del hambre.
También reducir los costos, dejando de lado la dependencia por las semillas foráneas comercializadas. Además se busca generar vínculos de confianza entre las mujeres y la comunidad. El otro aspecto es la autogestión a nivel familiar y comunitaria. Mediante el intercambio de semillas se obtiene mayor sensibilidad y mayor valoración por el trabajo en equipo y sus frutos.
Además con la recuperación de las semillas nativas se busca recuperar el vigor y la calidad genética en base a tecnología y técnicas de mejoras continuas a fin de obtener mayor rendimiento de la producción.