El hospital regional de San Pedro de Ycuamandyyú, fue sede y testigo del momento histórico de la intercepción milagrosa, en aquel entonces de una tal María Felicia de Jesús Sacramentado, que dio vida a Ángel Ramón Domínguez, tras un complicado trabajo de parto. Los propios trabajadores de salud no pudieron encontrar explicaciones a que el niño pueda sobrevivir.
Fue en el 2002. La historia del caso se publicó en las páginas del diario ABC Color, el material periodístico llegó al Vaticano y comenzó a gestarse el proceso que terminaría con la beatificación de Chiquitunga.
Con 18 años, el “niño milagro”, emocionado, junto con su familia se alista a participar de la caravana de recibimiento de las reliquias de María Felicia de Jesús Sacramentado, que mañana llegan a nuestro país provenientes de Roma, Italia.
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Ángel, creció son su abuela, Beatriz Peralta, en la capital del segundo departamento. Su papá falleció cuando él tenía tres años y su mamá, Liz Marlene González, es trabajadora doméstica en Asunción. Actualmente el joven está en proceso de superación de algunos problemas personales, trabaja en la capital, en una tienda de ropas, y así ayuda en la economía de su familia.
El milagro de Chiquitunga
En agosto del año 2002, en el Hospital Regional de San Pedro de Ycuamandyyú, se daba la intercepción milagrosa de Chiquitunga, cuando Ángel, de padres sordomudos, vino al mundo y la médica, doctora Nidia Fernández, recordaba aquel momento que le tocó reanimar al niño y afirmó que la situación a la que se enfrentó fue sorprendente. Asegura que el niño revivió y creció, sorprendentemente, sin ninguna secuela.
La profesional recuerda que esa fecha tenía su día libre, pero que siempre estaba al llamado. El niño vino al mundo pero “estaba muerto, no tenía signos de vida, las enfermeras hacían los trabajos de reanimación y me llamaron. Pasaron 15 minutos para que yo llegue al hospital”, recordó.
La doctora se sumó a los trabajos de reanimación. Pasaron 20 minutos o un poco más para que reaccione el niño, en aquel entonces recurrieron al balón de oxígeno para que una vez que vuelva en sí siga respirando. Una vez que se logró la milagrosa reanimación del pequeño paciente, se buscaron cama y hospital disponibles para que fuera trasladado a Asunción a fin de una mejor atención médica.
Una de las enfermeras, desesperada ante la situación, fue quien imploró a Chiquitunga que interceda por el niño y consiguió la mano divina en ese momento. Se trata de Blanca Duarte, y en esa época, casualmente, entre 2002 y 2004, empezó a desarrollar la devoción hacia la hoy beata paraguaya.
“Pasaron cinco, 10 minutos, y no había signos de vida. Entonces abrí mis brazos y pedí la intercesión de Chiquitunga. Le pedí que tenga misericordia de sus padres y que a este bebé lo tengan en vida, en sus brazos. A los 30 minutos él hizo una gran entrada de oxígeno en su pulmón, hizo una inspiración”, recuerda la enfermera, quien dice que hasta ahora encomienda su trabajo de enfermera, que sigue desarrollando hoy en el hospital de Limpio.
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María Felicia “Chiquitunga” nació en 1925. Desde joven formó parte del apostolado laico en el servicio a los necesitados, hasta que se unió a las Carmelitas Descalzas de Asunción. Desde su muerte en 1959, a la edad de 34 años, numerosas personas dieron testimonio de su mediación en milagros.