“El fuego se desató alrededor de las tres de la tarde, no sabemos cómo comenzó, si fue por alguna quema de pastizales o porqué, pero ya afectó al menos 100 hectárea”, dijo. Por el calor reinante y la prolongada sequía las llamas se extendieron rápidamente, sin darles tiempo sino a tratar de escapar por sus vidas.
La comunidad no dispone de agua potable ni electricidad, y a la condición de precariedad en la que ya estaban viviendo se suma ahora este siniestro que les dejó en total desamparo.
“Pedimos ayuda para combatir el fuego, que todavía sigue, necesitamos la ayuda solidaria de la gente con comida, ropas, esperamos la presencia de las autoridades, nuestra situación está grave, nos quedamos sin nada”, puntualizó el educador.
La comunidad está conformada por unas 30 familias, y existen unos 50 niños, de los cuales 13 están en edad escolar y asisten a la escuela indígena Pindo-i, Nro 7.755, de la comunidad.
La escuela, hecha de material cocido, no fue muy afectada, pero se quedaron sin nada que comer, por lo que esperan cualquier tipo de ayuda, cuanto antes, enfatizó el educador.