¡Qué rica chipa! Es la expresión que corona su buen amasado y los ingredientes justos. Este “pan obsequio” como le denominó Margarita Miró, investigadora de nuestras tradiciones. Esta sabrosura nos acompaña desde la Colonia, ya que los indígenas no consumían huevo ni leche, de ahí que se considere su origen mestizo. La estudiosa de nuestra gastronomía también reveló que se denominó “pan sagrado”, por el uso que se le daba en Semana Santa y el 3 de Mayo, el Día de la Cruz, cuando la tradición dicta que hay que invitar a los vecinos.
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La chipa, según la Unesco, es un patrimonio compartido entre Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay. No puede faltar en un desayuno que se precie y en Semana Santa es un alimento obligado.
Todavía se prepara en el campo y en las quintas en el tatakua, sobre las hojas de banana.
Gladys Amarilla, una experta cocinera de Luque, prepara la chipa con conocimiento, ya que estudió y sabe cómo hacerlo, pero el secreto que comparte es que una chipa rica tiene que tener grasa de cerdo. “Una chipa que no se ‘coma con martillo’ tiene que tener materia grasa. Y se agrega agua solo si hace falta, ya que si exageramos la masa queda muy húmeda y se estira como chicle”, explicó.
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Ingredientes
1 Kg de almidón, 1/4 kg de harina de maíz, 300 g de grasa de cerdo, 6 huevos, 350 g de queso Paraguay, 5 cucharadas de leche en polvo, y el agua templada, si hace falta. Un puño de anís, una cucharada de sal fina.
Preparación
Para pedidos grandes se usa el tatakua, pero a nivel casero ya nos acomodamos con el horno eléctrico que se enciende cuando va a moldear la chipa, a 180 grados, 10 minutos antes de introducirlas.
En un recipiente, una los ingredientes secos, coloque el almidón con sal, anís, harina de maíz, y leche en polvo.
Aparte, bata la grasa con los huevos en batidora o a mano, hasta que quede cremoso. Incorpore este batido a la materia seca, y luego dese el gusto de amasar a pulso, hasta que se integre todo y no se quede pegado a las manos.
Coloque las argollas o las figuras que realice con la masa en un recipiente de aluminio o enlosado, sin necesidad de enmantecar la fuente.
Lleve al horno 20 a 25 minutos, como máximo hasta que se doren. Si se deja más tiempo saldrán duras y secas.