El expresidente no puede permitirse seguir en el camino de derrotas políticas que lo acompaña desde las elecciones internas de 2017, en la que perdió su candidato a presidente Santiago Peña a manos de Mario Abdo Benítez. Está como esos equipos de fútbol que arrastran una serie de derrotas y necesita arriesgar mucho para intentar salir de la racha adversa.
Sin embargo, las consecuencias de esta jugada pueden ser devastadoras y definitivas, si es que su proyecto fracasa.
El cartismo ha tenido como característica recurrente generar una gran polarización, para afuera y al interior de su partido.
Esa situación, de alguna manera, facilita el escenario a sus rivales ya que estos, sin mucho esfuerzo, consiguen el alineamiento y respaldo de todos los “anti cartistas”.
Un alto dirigente del oficialismo concluía que la noticia de la candidatura del exmandatario estará provocando que muchos operadores se froten las manos pensando el beneficio económico que les traerá esa decisión.
No obstante, la eventual aparición del mismo Cartes como candidato obligará al oficialismo a tener un candidato de peso político. Los nombres que suenan, por ahora, son los del senador y exvicepresidente de la República Juan Afara y el actual director de Yacyretá y expresidente Nicanor Duarte Frutos.
Más que nunca, el Partido Colorado encara las elecciones municipales de octubre próximo y tiene en perspectiva las elecciones generales de 2023 inmerso en un gran desgaste político y una división que no solucionaron ni la operación cicatriz ni la pretendida concordia.
En tanto, el principal partido de la oposición, el PLRA, está sumido en su propia crisis institucional y una profunda división que sus recientes elecciones internas solamente agudizaron y expusieron en toda su crudeza.
En el caso concreto de las próximas elecciones, la oposición, vista ficticiamente como un bloque, carga con mayores dificultades que el Partido Colorado.
El oficialismo, con su crisis y desinstitucionalización, al menos tiene claro su derrotero para disputar el poder y quienes serán sus candidatos
En tanto, los partidos de oposición y en especial el PLRA, no tiene un rumbo claro ni una línea política coherente. Pese a haber elegido a sus autoridades, no se puede ordenar institucionalmente y, en esas condiciones, ni siquiera puede dar un respaldo formal a sus diversos candidatos a intendentes y concejales. Esta es la razón por la que Eduardo Nakayama, candidato a intendente de Asunción optó por despegarse ostensiblemente de las autoridades de su partido.
Otra muestra de incoherencia se da en Ciudad del Este, donde existe claramente un candidato opositor favorito y el PLRA igual opta por presentar un candidato sin posibilidades.
La aparición en 2023 de un tercer frente, con un candidato por fuera de los partidos tradicionales, con opciones reales de instalarse, parece muy complicada en estos momentos, pero es una salida posible ante un panorama poco alentador para los grandes cambios que necesita el país.