Fue el 2 de julio último. La víctima estaba dentro de su auto en el Barrio Universitario de San Lorenzo. Pocos vehículos transitaban en un horario bien tarde como lo es cerca de la medianoche. Un automóvil se acercó y tres personas se bajaron para luego subir al vehículo del joven. Dos se colocaron atrás y el tercero en el lado del acompañante, quien lo aprieta con un arma de fuego. Según el afectado, en todo momento le pedían que se baje. Cuenta que forcejeó y un disparo fue contra el tablero. Afortunadamente no hubo heridos. Luego de unos minutos decidió descender y así perpetraron lograron llevar el vehículo. El hombre vio que otro cómplice en otro rodado seguía a la banda.
La víctima de estos bandidos se quedó sin su auto Toyota Runx, sin su autorradio, sin notebook y para colmo llevaron también su billetera con 600.000 guaraníes en efectivo y varias tarjetas de débito y de crédito.
Lo extorsionaron para devolverle el vehículo
Días después del atraco, el joven cuenta que un amigo suyo recibió la llamada de los ladrones y que pedían dinero a cambio de devolverle sus pertenencias, pero como fue advertido por la policía que los maleantes obtienen contactos fácilmente por redes no hizo caso. De hecho, no llegó a pagar los tres millones de guaraníes que es lo máximo que podía dar.
Vio que su auto se usó en otro asalto
Para sorpresa, la víctima vio que medios de comunicación publicaron un asalto y ahí vio que se usó su vehículo para el transporte. En esta ocasión ingresaron a un comercio que vende aparatos celulares, entre otros productos. Este modus operandi es habitual y muchos ciudadanos de bien pierden sus autos para que facinerosos cometan varios hechos delictivos.
Lamenta la inseguridad
La víctima pide que la Policía imprima más controles no solo en rutas nacionales o avenidas principales, sino que también en calles vecinales, donde hay poca iluminación y abundan los ladrones. Finalmente, se abandonó su vehículo en una calle de Villa Elisa y totalmente “carneado”. Ahora lo tiene de nuevo tras el aviso de autoridades. Lo peor es que debe ponerlo en condiciones y cree que la empresa de seguros privados donde trabaja podría darle una mano.