“Hace tiempo no río como hace tiempo; y eso que yo reía como un jilguero”, canta Víctor Heredia en su canción “Sobreviviendo”. Esa fue la canción que Martín Ariel Cantero (41 años), el genio de la consola, pidió escuchar desde el Hospital Ingavi antes de que el coronavirus obligara a los médicos a intubarlo.
Tristemente, nuestro compañero de trabajo y amigo falleció ayer, luego de que su cansado cuerpo decidiera rendirse.
“Estoy muy cansado. Cuesta demasiado”, escribió en la madrugada del 30 de mayo desde su lugar de internación.
Oriundo de General Artigas, Itapúa, Martín Ariel (06/02/1980) supo ganarse el cariño y respeto de todos los que compartieron con él en la familia de ABC.
Dio sus primeros pasos como operador en Radio Ñemby FM. De allí pasó a Radio UNO 650 AM, de donde fue a Monumental 1080 AM, para volver luego a UNO. En 2016 se sumó a la familia de ABC Color, primero en ABC Cardinal 730 AM y más tarde en ABC FM 98.5.
Ocurrente como pocos, su llegada temprana en las mañanas nunca pasaba desapercibida. Desde antes de pisar la redacción de ABC ya se escuchaba su animoso saludo y se sentía la habitual buena onda que transmitía.
Alegre, creativo, responsable, ágil, inquieto y servicial son tan solo algunos de los muchos calificativos que podríamos enumerar para describir el enorme carisma y la calidad humana de Martín Ariel.
Era dueño de una capacidad de reacción inmediata y de una rapidez mental como pocas veces es posible hallar. Nunca quiso hablar delante del micrófono... o tal vez sería más justo decir que en realidad no lo necesitaba: hablaba a través de la consola.
Sea para detectar la frase más importante de una conferencia de prensa o entrevista; o para armar un recopilado simpático de hechos ocurrentes: necesitaba apenas minutos.
Era capaz de alegrarnos a sus compañeros con alguna frase ocurrente o con alguna canción con dedicatoria incluida escondida en la programación de las radios.
Tenía un olfato periodístico y una disciplina de trabajo únicos.
Esa entrega a su trabajo, su talento y su capacidad hicieron que fuera clave para el proceso de revelación de los audios conocidos como “Se pudre la Justicia”, que desnudaron los manejos corruptos del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados por parte de la clase política.
Su pasión por su trabajo era superada solo por el enorme amor a su familia. Su madre y sus dos hijas pequeñas eran su adoración. El pasado mayo recordaba con nostalgia a su mamá, ya que por la distancia y por los cuidados de estos tiempos llevaba tiempo sin poder verla: “La distancia es apenas una anécdota, estás en mi corazón siempre, pronto nos abrazaremos”, escribió en una dedicatoria para la mujer a la que siempre describió como el amor de su vida.
Su otro gran amor era el club Olimpia. Sufría detrás del equipo de Para Uno y vibraba con las victorias del franjeado. Soportaba estoicamente los chistes por las derrotas y cuando tenía oportunidad tomaba su revancha. Pero siempre con buena onda. “No desperdicien su tiempo en tirar todo por la ventana”, recomendó poco antes de ser intubado.
Nos dejó Martín Ariel; como antes nos dejaron Desirée, Francisco y Mario Rubén, compañeros y amigos que lloramos; vidas que se podrían haber salvado si no fuera por la corrupción y la inoperancia. Hasta pronto, querido Martín Ariel. Nosotros nos quedamos aquí... “sobreviviendo”.