Mientras varios enfermos tienen a dos o tres personas atentas en los albergues o en sus carpas, otras como Susana montarán guardia pero sola. Su compañía serán su frazada que trajo recién este domingo ya pensando en la temperatura y un mate caliente que será clave para calentar las vías respiratorias: “Tiene que venir mi hija, pero no viene, no va a venir, tiene frío dice”.
Los que deciden esperar fuera de los grandes toldos, traen sus vehículos. En cambio Derlis Marecos se armó un camping en el patio del centro asistencial. Nos contó que su suegro se encuentra estable y peleándola. Sostuvo que viene a dar apoyo teniendo en cuenta la delicada situación. Dijo que serán sus cuñadas las que utilizarán el equipo de protección contra el frío. “Todo tienen ahí, frazada, mate, café, almohada”. Solicitó a las autoridades que se amplíe el albergue porque se están ingeniando como pueden.
Marisa Gómez es otra que afronta este combate al fresco y a la indeseable situación de tener un conocido hospitalizado. Es consciente que hay que cuidarse de las gripes en la incertidumbre de no saber cuántos días más tendrán que estar ahí. La mujer dice que todos se ayudan entre sí pues los familiares están en igualdad de condiciones: “Aquí nadie duerme. Aquí hay que estar atento a todo. Porque este virus es mortal”. Reconoce que la unión hace la fuerza y el “aguante” debe predominar.