El atropello parlamentario que desembocó en la enmienda de sangre

La usurpación de funciones para imponer una modificación ilegal al reglamento interno y dos sesiones “mau” para aprobar la inconstitucional reelección presidencial, fueron la chispa que terminó con la explosión de la indignación ciudadana en marzo del 2017 en la enmienda de sangre.

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El 28 de marzo del 2017, usurpando atribuciones que no le correspondían, desde su banca el entonces vicepresidente segundo senador Julio César Velázquez (ANR), dio entrada al proyecto de resolución que modificaba el reglamento interno de la Cámara Alta y giró el documento a la Comisión de Peticiones para poder así presentar el proyecto ilegal de enmienda para la reelección.

En ese momento, estaban en la sala de sesiones el presidente del Congreso Robert Acevedo (PLRA) y vicepresidente segundo Eduardo Petta (Partido Encuentro Nacional), a quienes el senador Velázquez ignoró y se autoproclamó titular de la Cámara Alta para dar entrada al proyecto respaldado por los cartistas, llanistas y luguistas, mediante el cual ya no se requerían 30 votos, sino solo 25 para la eventual aprobación de la enmienda inconstitucional pro relección.

La sesión "mau" donde un grupo de senadores cartistas, llanistas y del Frente Guasú intentaron pisotear la Constitución Nacional para aprobar la reelección presidencial que beneficiaba a Horacio Cartes y Fernando Lugo. Archivo.

Posteriormente, los 25 senadores que atropellaron el reglamento, participaron de una “sesión mau” en la planta baja, en la bancada del Frente Guasú donde aprobaron los cambios al reglamento interno y disminuían la cantidad de votos necesarios buscando aprobar la enmienda.

Acevedo presentó el 30 de marzo, una acción de inconstitucionalidad ante la Corte pidiendo la anulación de la sesión mau, pero la Corte avaló la cuestionada sesión.

Pero el 31 de marzo del 2017, los 25 senadores se volvieron a reunir en otra “sesión mau” para aprobar el proyecto de reelección presidencial por la vía inconstitucional de la enmienda para habilitar a Lugo y al entonces presidente de la República Horacio Cartes a una eventual reelección.

Esta fue la chispa que hizo que la ciudadanía explotara y terminara descargando su rabia incendiando el edificio del Congreso, que a su vez, desembocó en un atropello al PLRA donde fue asesinado el dirigente Rodrigo Quintana.

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