“En los primeros tiempos colapsó el cementerio de Lambaré y la autoridad municipal se vio obligada a hacer una construcción, un columbario COVID, preparado inicialmente con 30 camas, pero proyectado para 120 camas en adelante para los fallecidos por el virus con todas las medidas pertinentes”, indicó Édgar Rober, director de Desarrollo Social de la Municipalidad de Lambaré.
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Sin embargo, de vuelta están por llegar al tope con la infraestructura actual, por lo que se requiere empezar a prever más sitio. “Tenemos ocupadas al menos 22 camas ya, pero se están construyendo y se sigue proyectando para dar una solución al problema”, insistió Rober, que comentó además que debieron hacer algunas adaptaciones para adecuar las estructuras a las indicaciones sanitarias.
Ante el aumento considerable de casos de COVID-19 en la vecina Asunción y en todo Central, incluida obviamente Lambaré, también debieron volver a hacer más rígidas las condiciones para los visitantes que quieran honrar la memoria de sus difuntos.
“Ahora se volvieron a implementar (restricciones), anteriormente se había liberado el horario de visita, ahora se especifican 20 minutos por cada panteón por cada familiar visitado y ya se le invita a retirar”, comentó.
En otro frente, el intendente lambareño, Guido González, acompañó la verificación sobre el cumplimiento del protocolo sanitario a comercios, sobre todo supermercados y otros de gran afluencia de público. González sostuvo que sobre todo controla el “uso de la mascarilla y si la llevan bien puesta, si los lavamanos funcionan, si se usa el control de la temperatura, el alcohol y si se cumple el distanciamiento”. También dijo que revisan si los locales evitan las aglomeraciones, limitando el acceso de acuerdo a su capacidad.
También detalló que las consecuencias de incumplimientos pueden ir desde un llamado de atención hasta multas e incluso la clausura del local, en caso de reincidencia.
También cuestionó que en conjunto con la Policía Nacional ayer hayan tenido que intervenir en el barrio San Isidro de Lambaré ante la organización de un torneo de piqui vóley, que estiman podría congregar a unas 500 personas. También dispersaron a otro grupo, pero que ya se encontraba en el “tercer tiempo”.