El estado de las instituciones preocupa a padres y docentes porque será una gran responsabilidad tener clases presenciales en medio de estas precariedades. Tampoco tienen aún lavatorios ni desinfectantes. Hay incertidumbre respecto a cómo hacer frente a esta situación.
En Carapeguá, la escuela Mons. Angel Nicolás Acha tiene todo un pabellón clausurado. Hay hundimiento del cimiento, las paredes están resquebrajadas y el techo tiene goteras. La estructura debe ser demolida, explicó la directora, Mirian González.
En el 2017, la empresa Edivi S.A, cuyo presidente es Emilio Díaz Vivar, estuvo a cargo de la reparación de otras cuatro aulas y la pista de la institución, pero ahora presentan nuevamente fallas estructurales y las clases no podrán ser utilizadas, indicó la directora.
El antiguo colegio Mariscal José Félix Estigarribia necesita una urgente refacción del techo. Vigas y tirantes están resquebrajados y con termitas. Las puertas y ventanas están en calamitoso estado.
En Quiindy, las escuelas 1650 Gral. Andrés Rodríguez, de la compañía Isla Alta, y 376 Santo Domingo Savio, de la compañía Costa Irala, tienen goteras y paredes con grietas, pero una disputa entre autoridades municipales impide las refacciones.
En Ybycuí, en noviembre un aula de la escuela 2641 San José, de la compañía Caraguatá Ru’â, se desplomó. La Municipalidad inició la reconstrucción, pero la obra está paralizada.
El exdirector de Educación Departamental, Alberto Candia, dijo que los intendentes en su mayoría no respetan la microplanificación y que mientras no exista un trabajo coordinado será difícil atender los reclamos.
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