Fer estudiaba Derecho en la Universidad de Buenos Aires y, tras culminar sus actividades estudiantiles, partió en enero del 2020 rumbo a Villa Gesell, en la costa, para disfrutar de sus vacaciones en la playa con un grupo de amigos. En la noche del 18 de enero del año pasado fueron al boliche Le Brique -de la misma ciudad- y al salir, poco antes de las 05:00, fue interceptado por unos rugbiers que le propinaron una brutal y cruel golpiza que acabó con su vida.
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La autopsia reveló que falleció por “un paro cardíaco producido por shock neurogénico debido a traumatismo de cráneo”. Según los estudios preliminares, el joven había recibido una brutal y cobarde patada en la cabeza que produjo su muerte casi de forma inmediata.
Tras lo acontecido, 10 jóvenes de entre 18 y 20 años fueron detenidos. En este momento, ocho de ellos se encuentran recluidos en la Alcaldía N° 3 de Melchor Romero en La Plata, luego de ser imputados por homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas, mientras que uno -de los dos restantes- fue absuelto y del otro se sigue analizando su participación.
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Desde la fiscalía de Argentina revelaron que los imputados, a quienes unía el hecho de ser jugadores de rugby, se dividieron para atacar a Fer, pues cinco de ellos lo sometían a golpes y los otros tres detuvieron a los amigos del fallecido, quienes querían intervenir para impedir la golpiza. Aún no hay fecha un juicio para los sindicados como autores del cobarde crimen.
En la víspera de cumplirse un año de la muerte del joven estudiante, sus padres Graciela Sosa y Silvino Báez junto a sus amigos lo recordaron con la realización de una colecta para los más necesitados. La madre de Fer destacó que su hijo era una persona muy solidaria y siempre era parte de este tipo de trabajos, por lo que la mejor forma de acordarse de él era con esta noble actividad.
“Queremos que todos lo recuerden como era él. Buen hijo, amigo, generoso, solidario”, expresó la madre del fallecido en contacto telefónico con ABC Color.
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La familia de Fer clama por justicia, pues consideran que debe haber una sentencia ejemplar para que no se vuelva a repetir este tipo de hecho de violencia en el vecino país. Los imputados y recluidos -la mayoría no supera los 21 años- se exponen a una pena de prisión perpetua.