Siendo las 7:00 de este 8 de diciembre de 2020, el obispo de Caacupé, Ricardo Valenzuela, llegó para la celebración central en honor a la Virgen de Caacupé. Se encontró con una basílica solitaria y silenciosa e ingresó acompañado únicamente de los coros, algunos colaboradores de la Iglesia y la prensa.
Tras saludar a Cristo crucificado, abrió las puertas de la Basílica e ingresó para iniciar la celebración religiosa. Luego de la lectura del Evangelio del día, monseñor comenzó su homilía destacando que este año la fiesta de Tupasy Caacupé es muy especial debido a que la pandemia del nuevo coronavirus impide la presencia física de fieles.
“Todos sabemos que esta forma de atención y cuidado surge de una actitud necesaria y responsable, dado que la pandemia ha alterado radicalmente toda la vida de la humanidad, especialmente en las formas en que las personas se relacionan con las nefastas consecuencias que conocemos y que afectan especialmente a los más débiles”, agregó.
En ese contexto, resaltó que se llevan espiritualmente todos los dolores al santuario, a fin de pedir la fuerza necesaria para vencer la pandemia. “Para ello, dejémonos guiar por la palabra de Dios para que nuestra peregrinación con la mente y el corazón pueda ser iluminada por el Espíritu Santo y de frutos para nuestra vida, sobre todo para abrir caminos de comprensión, fe y esperanza activa para el futuro”, exhortó.
Contra el aborto
Como ya es frecuente, monseñor Valenzuela aprovechó para lanzar un fuerte mensaje contra el aborto.
“Con frecuencia no consideramos en profundidad todos los beneficios recibidos en esta sagrada convivencia con la Eucaristía, pues vivimos en una época absorbida por el mundo. Nos dejan ciegos y no percibimos lo que sucede a nuestro alrededor, como el intento de instalar el tema de la legalización del aborto, que constituye una amenaza a la racionalidad, pues agrede vida, familia”, destacó.
Contra la corrupción y la injusticia
Asimismo, el obispo de Caacupé pidió fuerza suficiente para lograr una transformación en la educación, la salud y el trabajo. “Que combatan férreamente la corrupción, el narcotráfico, lavado de dinero, abuso de menores, secuestros, violencia contra la mujer y todo tipo de males, para que vuelva a reinar la paz en los hogares paraguayos”, añadió.
Resaltó la necesidad de llegar a un consenso ideal para encontrar soluciones a los problemas de todos. “Particularmente, la pobreza, la injusticia y la depredación de nuestros bosques, que ponen en peligro el futuro, como indica el papa Francisco en su última encíclica Fratelli Tutti. Este no es el plan de Dios ni el camino que María nos señala. Esta no es la forma de construir la Iglesia, la casa de Dios para toda la humanidad”, manifestó.
Finalmente, habló de la Justicia y solicitó a los responsables de aplicarla -fiscales y jueces- que sean “audaces” y luchen decididamente contra la corrupción, para que el Paraguay esté limpio y “exento de compras de justicia”.
“Que actúen guiados por la verdad jurídica, sin dejarse influenciar por grupos de poder que los pueda corromper, pues, ‘la justicia y el derecho sostienen el trono de Dios’”, exclamó, citando Salmos 97:2.
Añadió que la pandemia ha hecho que estos problemas sean más visibles y también muestra la necesidad de encontrar soluciones para todos. “La dimensión de los problemas a los que nos enfrentamos requiere soluciones que cuenten con la participación de todos y cuyos beneficios también puedan ser disfrutados por todos. Estamos en el mismo barco y solo es posible salvarnos a nosotros mismos si todos colaboramos para que todos se salven”, indicó.
Finalmente, resaltó que en medio de esta pandemia la palabra de Dios invita a mirar a María como “peregrina de la fe”, por ser la mujer que se dejó encontrar por Dios en su vida cotidiana y respondió con un sí, confiada y valiente. En ese sentido, manifestó que María invita a tener audacia para llevar adelante la voluntad de Dios, asumiendo una actitud de piedad, proximidad y esperanza hacia los afectados por esta y todas las pandemias.
“No permitamos que los más débiles sean olvidados en sus dificultades. Crezcamos en solidaridad, en creatividad, en la búsqueda de nuevos caminos hacia un mundo nuevo, con los muchos problemas y oportunidades que enfrentamos. Si lo hacemos guiados por el Espíritu del Señor e imitando las actitudes de la Madre María, saldremos de esta crisis con más vida y la posibilidad de afrontar los retos que nos depara el futuro”, exhortó.