Cinco años tuvo que esperar Fernando Ayala -Kimberly Ayala por elección personal- para que le puedan conceder su derecho a jurar como abogada y acceder a su matrícula profesional.
Y es que por más esfuerzos que hizo por aprobar todas sus materias y culminar su carrera de Derecho ya en el año 2015, de nada le sirvió, pues, incluso teniendo todos los documentos que requiere la Corte Suprema de Justicia, le impedían concretar su juramento por una sencilla razón: su nueva imagen.
La Corte no admitía que Kimberly se presente a jurar con la imagen que la identifica en la actualidad, aun cuando el Departamento de Identificaciones de la Policía Nacional accedió sin problemas a fotografiarla con apariencia femenina, independientemente de que en su cédula figure su nombre legal de nacimiento.
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Ella acepta su nombre legal
En todo momento de su larga lucha, Kimberly aclaró que ella entendía que su nombre legal no desaparecería de los registros y que la inscribirían como Fernando Ayala, pero su único pedido era que en la foto aparezca su nueva imagen y que no la obligaran a vestirse con su característica de nacimiento, que no la representa y que además violenta su derecho humano a elegir el género con el que se quiere presentar ante la sociedad.
Luego de cinco años de intentarlo por su cuenta, en febrero de este año se acercó a Amnistía Internacional a contar su historia. Allí encontró apoyo y, a través de la Coordinadora de Derechos Humanos Paraguay, iniciaron una campaña mediática con la que procuraron durante meses que se entendiera el razonamiento que planteaba Ayala.
“Birretes arriba por Kimberly”, se denominó la campaña mediática que emprendieron y con la que se congregaron este lunes en la explanada del Palacio de Justicia de Asunción.
La concreción de un sueño
A las 09:30, Kimberly presentó su pedido formal de jurar en el Poder Judicial y, junto con representantes de Amnistía Internacional y de Codehupy, solicitó una reunión con el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Alberto Martínez Simón.
Fue recibida por la autoridad y, finalmente, se le comunicó que juraría hoy mismo junto con un grupo de actuarios judiciales que también debían hacerlo.
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Así, luego de mucho intentarlo, Kimberly ve concretado su sueño y festejó de alegría junto a sus allegados que se reunieron en la explanada de los Tribunales. Si bien la concesión de un derecho no debería ser algo que se celebre, pues debe ser otorgado de forma inherente, en nuestro país aún es una triste realidad que los ciudadanos deben pelear para que se respete lo que les corresponde.