“Ahora estamos en un 80% de probabilidad de un niña débil hasta fin de año y un 70% hasta fines de febrero, quiere decir en la práctica que todo nuestro ciclo de soja de primera (siembra) y soja de segunda, o ‘safrinha’ como se llama, tendrán una media de precipitaciones por debajo de la media histórica en gran parte del país”, indicó Breuer, que además del título de ingeniero agrónomo, cuenta con una maestría en Desarrollo Rural Sostenible y un doctorado en ecología de sistema agropecuarios.
“No quiere decir que no va a llover, quiere decir que estadística y probabilísticamente se pude decir que en gran parte del país vamos a seguir con este muy fuerte déficit hídrico que estamos pasando y eso se traduce en perdidas: tanto en rendimiento por hectárea en soja, maíz y otros cultivos, como en perdidas de ganancia en peso y los varios indicadores que hay en la ganadería”, explicó.
Más específicamente mencionó que el fenómeno de “La niña” es el que más impacto tiene en el sector agropecuario y que si bien la magnitud del golpe es difícil de predecir, estima que sería en este caso de entre 10 a 20%. “La niña es la parte grave para nosotros, la niña típicamente trae menos precipitación y como sabemos el 85% de los impactos negativos en la agricultura se dan por déficit de aguas y es en pocas palabras lo más grave que puede pasar”, comentó antes de sumar otro factor externo, el dólar.
“La máxima pérdida de una situación de niña podría ser del 40%. Imagínate bajar de 10, 10,5 millones de toneladas a 6,5, pero es una niña débil que podría traducirse en más ligero déficit y en este caso la pérdida podría rondar entre 10 a 20%, pero con el dólar es imposible pronosticar”, insistió.
Mencionó que esto afecta sobre todo en el calendario de siembra, ya que retrasa rubros como la soja la segunda siembre que suele hacerse a principio de año. Insistió en que deben haber esfuerzos desde el tanto del sector privado como público para adaptar los sistemas de cultivos a estas situaciones, como también mejorar los sistemas de pronósticos climáticos, a fin de poder planificar mejor de la actividad agropecuaria.