Si bien el sentido común nos dice que al morir el cuerpo humano, también mueren las células y los virus que tenía este organismo, en el caso del COVID-19 existe riesgo de contagio aún después de la muerte.
Según explicó el geólogo especializado en hidrogeología Moisés Gadea, hay un tiempo determinado durante el cual el coronavirus sobrevive en el cuerpo sin vida. Por ello, es fundamental que el cadáver sea sellado herméticamente, de tal forma a que no mantenga contacto con fluidos circulantes (agua) en el suelo, que luego regresan desde lo profundo de la tierra y llegan al consumo humano, existiendo así el riesgo de propagación del virus.
No obstante, el experto señaló que en nuestro país, en los casos de muertes que se registraron, se están tomando esas medidas adecuadas.
Según especificó Moisés Gadea, la clave está en la utilización de trajes herméticos para los cuerpos sin vida, ya que los ataúdes de madera de por sí no son aislantes del virus por más que estén reforzados con metal.
El ciclo del agua
Si no se actuase de la manera correcta, utilizando los trajes herméticos, surge el riesgo de que el agua meteórica (agua de lluvia) que cae a la tierra entre en contacto con los cuerpos en descomposición, y luego esta agua vaya al Acuífero Guaraní, desde donde las personas podrían consumir el líquido vital y darse así el contagio.
Este riesgo de contagio solo se da durante un lapso de tiempo, cuando la carne en descomposición aún puede contagiar el coronavirus.
El especialista aclaró que la intención de difundir estos datos no tiene un tinte alarmista, sino solo el objetivo de que las personas tomen consciencia sobre los riesgos de transmisión del COVID-19.
“No imaginamos la cantidad de personas que se sirven del Acuífero Guaraní. Es por eso que existe un protocolo sanitario con los cuerpos inertes, ya que se deben tomar ciertos recaudos en estos casos”.
Cremación sería “ideal”
Para que se elimine completamente el riesgo de transmisión del coronavirus después de la muerte, el geólogo reconoció que sería ideal la cremación, pero esta tiene un costo muy elevado.
Es por eso que, adecuándonos a nuestra realidad y nuestros recursos, se deben tomar en cuenta las medidas sanitarias mencionadas.
Se debe monitorear el agua
El experto recomendó que en este escenario actual, sería importante realizar estudios hidrobiológicos de las aguas, tanto de la Essap como del Acuífero Guaraní, teniendo en cuenta que ya se habló de una circulación comunitaria del virus y podrían haber riesgo en el consumo del vital líquido.
Tampoco se deben olvidar las aguaterías privadas de las ciudades del interior, que deben ser incluidas en un eventual monitoreo sanitario.
El doctor Hernán Rodríguez, director de Vigilancia de Enfermedades no Transmisibles del Ministerio de Salud, explicó que los cuerpos de pacientes fallecidos a consecuencia del COVID-19 deben ser indefectiblemente introducidos en bolsas con especificaciones técnicas que impiden que el virus se filtre fuera del ataúd.
Este sistema no es solo para el COVID-19 sino para cualquier otro microorganismo que pueda ser peligroso. Además, se sigue un proceso de desinfección luego de cada paso del entierro.
De acuerdo al experto en salud, el cuerpo del paciente con COVID-19 debe introducirse con todas las sábanas y elementos que fueron utilizados durante la internación, incluyendo sondas y sueros.
El médico explicó que el cuerpo puede tener como destino la cremación, el entierro y los panteones. Rodríguez señaló que no hay inconvenientes con la introducción de los cuerpos en panteones, siempre y cuando se utilice el plástico específico que impida que el virus se filtre.
Todos estos pasos, dijo el doctor, se siguen en base a parámetros internacionales.