El jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, indicó que el gobierno recurrió a un procedimiento de emergencia para desbloquear 22 contratos de armamento por un importe de cerca de 8.100 millones de dólares.
“Esas ventas apoyarán a nuestros aliados, aumentarán la estabilidad en Oriente Medio y ayudarán a esas naciones a disuadir y defenderse ante la República Islámica de Irán”, dijo Pompeo en un comunicado, prometiendo que no volvería a recurrir a ese procedimiento polémico.
Pompeo acusó a los congresistas de bloquear la entrega de municiones y la asistencia para el mantenimiento de aviones militares en los últimos meses.
Esa venta de armas llega después de que Trump vetara una medida del Congreso para que Estados Unidos deje de apoyar la guerra liderada desde 2015 por los saudíes en Yemen contra los rebeldes hutíes apoyados por Teherán, enemigo común de Riad y Washington.
El procedimiento habitual estipula que las ventas de armas se llevan a cabo siempre y cuando el Congreso no se oponga a ellas en un plazo de 90 días después de su notificación por el Departamento de Estado.
Los congresistas demócratas criticaron inmediatamente una decisión “sin precedentes” e “inaceptable” del gobierno republicano. El senador Bob Casey la tachó de “desprecio total hacia el Congreso” y su colega Chris Van Hollen, de “abuso de poder”.
Según Robert Menendez, el principal demócrata en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, el gobierno “aludió a una confusa disposición” legislativa sobre las exportaciones de municiones con guiado de precisión para eludir el Congreso, mencionando “años de comportamiento nefasto de Irán, sin explicar claramente lo que supone una emergencia en la situación actual”.
La decisión gubernamental indigna a los demócratas por varios motivos. Washington ha justificado el envío al golfo Pérsico de un portaviones, bombarderos B-52, un buque de guerra y misiles Patriot por supuestas amenazas de ataques iraníes. Y Trump anunció este viernes el despliegue de 1.500 soldados adicionales en Oriente Medio de forma “preventiva”.
Muchos observadores y congresistas sospechan que los miembros más belicistas del entorno del presidente exageran los riesgos para aumentar la presión sobre Irán e incluso provocar un enfrentamiento o un conflicto.
La situación en Yemen, donde la coalición saudí ha sido acusada de causar numerosas víctimas civiles con sus bombardeos, también incomoda a los demócratas.
“Los saudíes han provocado uno de los peores desastres humanitarios del mundo en Yemen”, acusó la senadora demócrata Dianne Feinstein. “La guerra llevada a cabo por Arabia en Yemen no es una emergencia, sino un crimen contra la humanidad”, dijo.
El Congreso, incluido varios republicanos, también está especialmente indignado con Riad desde el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi ocurrido en octubre en el consulado de su país en Estambul, una muerte que el Senado estadounidense atribuye al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán.
“En vez de oponerse a quienes asesinaron a Jamal Khashoggi y actúan contra los intereses estadounidenses, la administración Trump ha decidido eludir el Congreso y posiblemente la ley”, criticó Menendez.
Trump ya dejó claro tras el asesinato de Khashoggi que no pondría en peligro la alianza con Riad, uno de los mayores compradores de armas estadounidenses.